En un mundo donde las abejas desaparecen a un ritmo alarmante, surge un hogar robótico capaz de salvar enjambres enteros gracias a la IA, el poder solar y la ciencia de la automatización.
FUENTE:nationalgeographic.com.es
AUTOR:Sergio Parra
Durante décadas, los apicultores han librado una batalla desigual contra la devastadora desaparición de colonias de abejas, conocida como Colony Collapse Disorder (problema del colapso de colonias), un fenómeno que ha alarmado tanto a agricultores como a científicos por su impacto directo en la cadena alimentaria global. Pero ahora, la inteligencia artificial —ese artefacto del futuro— ha llegado a las colmenas.
En el corazón de esta revolución se encuentra Beewise, una startup que ha desarrollado la primera colmena equipada con inteligencia artificial, capaz de albergar hasta 24 colonias bajo un mismo techo robótico.
Su creación, conocida como BeeHome, se alimenta de energía solar y fusiona visión por computadora, robótica de precisión y algoritmos de aprendizaje automático para cuidar de los insectos más valiosos del planeta. Con esta innovación, los apicultores pueden supervisar a distancia la salud de sus abejas, intervenir solo cuando es necesario y responder de forma inmediata ante cualquier anomalía.
Un centinela permanente
En un pequeño contenedor blanco alimentado por energía solar, cientos de miles de abejas trabajan sin descanso mientras una inteligencia artificial vigila su salud, temperatura y alimentación en tiempo real.
Dentro de esta colmena futurista, todo está automatizado: si una plaga amenaza la colonia o el clima cambia bruscamente, un brazo robótico actúa de inmediato sin necesidad de intervención humana. Saar Safra, CEO y cofundador de Beewise, lo resume con claridad: «La inteligencia artificial y la robótica son capaces de reemplazar el 90 % de lo que haría un apicultor en el campo».
Y con ello no solo está revolucionando la apicultura, sino también ofreciendo una herramienta crucial para frenar el colapso de las abejas, uno de los mayores riesgos silenciosos para la seguridad alimentaria global.
El sistema no solo detecta alteraciones en tiempo real, sino que actúa como un centinela permanente. Mientras que, tradicionalmente, los cuidadores inspeccionaban las colmenas cada tres o cuatro semanas —a menudo demasiado tarde para evitar un colapso—, ahora un enjambre digital vigila minuto a minuto.
El robot interno regula la humedad y la temperatura del hábitat, protege contra los caprichos del clima y, sobre todo, detecta enemigos invisibles como los ácaros Varroa destructor, uno de los principales causantes de muerte en abejas, para tratarlos sin productos químicos dañinos.
La inteligencia artificial aplicada en este microcosmos alado también permite detectar comportamientos críticos como el enjambrazón —ese momento en que una colonia decide dividirse para sobrevivir—, y puede ajustar automáticamente las condiciones internas para evitarlo.
Si el enjambre se produce por falta de alimento, parásitos, estrés climático o saturación, la IA es capaz de prevenirlo mediante intervenciones autónomas, otorgando a las abejas una segunda oportunidad de prosperar.
Además, cuando los panales alcanzan su punto óptimo de producción, es el propio sistema el que notifica a los apicultores que los marcos están listos para la cosecha. No se desperdicia ni una gota de miel, ni se interrumpe el equilibrio natural de la colmena. Cada contenedor de 100 galones se vacía con precisión, evitando errores humanos y sobreexplotación.
Y mientras todo esto ocurre, los datos sobre cada abeja, cada vuelo, cada movimiento dentro de la colmena, son monitoreados con meticulosidad casi científica. Estudios recientes del Departamento de Agricultura de EE. UU. confirman que estas tecnologías no solo optimizan la producción, sino que mejoran considerablemente la tasa de supervivencia de las colonias en regiones afectadas por pesticidas, sequías o enfermedades virales como el virus de las alas deformadas.
La colmena digital no es solo una herramienta; es una metáfora de cómo la tecnología puede reconciliarse con la naturaleza. En lugar de desplazarla, la fortalece. La colaboración entre humanos, robots y abejas es, en sí misma, una danza de supervivencia, una sinfonía entre algoritmos y zumbidos. Así, BeeHome se erige como un refugio moderno en un mundo donde las abejas ya no pueden protegerse solas.