Un grupo de adolescentes de entre 12 y a 16 años consigue dos premios en la competición internacional más grande del mundo STEM dando vida a un robot con piezas Lego.

FUENTE:elperiodico.com

AUTOR: Jordi Grífol

Imaginar, diseñar, construir, programar y dar vida a un robot con piezas Lego capaz de ejecutar una serie de misiones en dos minutos y medio. Este reto de robótica y programación es uno de los desafíos de la First Lego League, la competición internacional más grande del mundo STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) para estudiantes de primaria y secundaria. En el campeonato del mundo disputado en Houston, uno de los equipos no tenía ni entrenador ni escuela detrás: entrenados por un propio miembro del equipo, el Robotech de Mollerussa logró dos premios: terceros en Comportamiento del Robot y premio a la Excelencia en Ingeniería.

“Ha sido una experiencia única e increíble”, cuenta Marc Perera, el motor del equipo, miembro y entrenador a sus 16 años. Llegar a Houston, puntualiza, “no es nada fácil”. Para llegar a la final mundial el equipo tuvo que ganar la fase provincial en Lleida y la estatal en Ferrol. De los 65.000 equipos de todo el mundo llegaron a la final mundial 160 equipos de unos 55 países. Y allí brillaron Marc Perera, Sergi Civit, Àlex Casanovas, Julià Domingo, Oriol Roure, Abril Armengou y Àneu Tarragó, todos ellos de Mollerussa y de entre 12 y 16 años, entusiasmados por la robótica.

Cada edición de la First Lego League tiene una temática diferente. Este año giraba en torno al mundo submarino. Además de tener que completar un circuito con un robot (transportar objetos, activar palancas…), los equipos también tienen que presentar un proyecto de innovación.

Ellos idearon ‘Boottler’, un envase reutilizable para luchar contra la acumulación de plásticos en los océanos que han tenido que defender ante un tribunal. «Hemos aprendido cómo afrontan expertos y empresas cada situación. Esto es un aprendizaje real, no solo de robótica y programación, también de hablar en público, trabajo en equipo, organización y liderazgo. Todo esto servirá para el futuro”, expresa Marc.

Robotech de Mollerussa, durante la Final Mundial de la First Lego League en Houston

Robotech de Mollerussa, durante la Final Mundial de la First Lego League en Houston / Cedida

Sin entrenador ni estructura detrás

La gran particularidad de Robotech es que, a diferencia del resto de equipos, no tienen ni entrenador ni el apoyo de una escuela o empresa. “El mérito y la clave es que no hay ninguna escuela detrás. Hay equipos de España con escuelas o empresas detrás y con profesor, nosotros tenemos a Marc, el líder del equipo, que vive mucho esta pasión. Además de ser buenos, nuestra ventaja es que nuestras horas de trabajo son infinitas. Cuanto más trabajo, mejores resultados”, resume Xavier Roure, padre de uno de los miembros.

Al no depender de una escuela, pueden quedar muchos más días, también en verano. “Cada temporada tenemos que invertir muchas horas para lograr el resultado que hemos logrado. Al tener este objetivo en mente y estar motivados nos ponemos objetivos muy altos y vamos todos a una para lograrlo”, cuenta Marc. ¿Cómo han logrado llegar tan arriba? Roure lo tiene claro: «Con talento, muchísimo trabajo y aprendiendo de los mejores equipos del mundo. Cuando no les salía un movimiento con el robot llamaban a equipos de Pamplona, Japón o Brasil. Estar en contacto con los mejores te hace aprender más».

Fue cuando cursaba segundo de la ESO cuando Marc decidió montar su propio equipo. En el primer año, siendo cuatro, lograron el Premio a la Excelencia en Ingeniería en el torneo de Lleida de 2023. El año pasado, vencieron en Lleida y fueron terceros en Comportamiento de Robot y en la categoría valores en el campeonato estatal. Este año, llegar a Houston ya era todo un éxito. Para financiar el proyecto, Robotech ha contado con la ayuda de hasta 35 empresas que les han ofrecido apoyo económico, material o asesoramiento.

Intercambio de conocimiento

La First Lego League no se entiende sin el intercambio de conocimiento entre equipos. Al no tener un profesor, Robotech ha ido aprendiendo y mejorando su robot a base de “ensayo y error”, también haciendo videollamadas con otros equipos de todo el mundo y visitando a empresas e instituciones. En Houston, cada equipo tenía su stand en el que presentaba su proyecto al resto de equipos. “Hubo momentos muy emocionantes. Ver como chicos de todos los países van relacionándose y explicándose lo que han hecho…”, comenta Roure.

“El primer año no teníamos ni conocimientos ni recursos; empezamos con un robot de Wallapop”, recuerda Marc, que destaca lo mucho que han aprendido y evolucionado en estos tres años. ¿Y ahora qué?, se preguntan. “Hemos llegado a un nivel muy alto y es bastante difícil superarnos”, reconoce.

La próxima temporada será la última para tres de ellos por edad, aunque cada año hacen jornadas de puertas abiertas para sumar nuevos miembros. “Son muy buenos en robot pero no los mejores en proyecto, hay que conseguir que el proyecto esté al mismo nivel. Quién sabe si, dentro de un tiempo, este embrión de amigos acaba creando una start-up”, indica Roure. Marc Perera, ahora en cuarto de la ESO, se imagina liderando su propia empresa tecnológica. Muchos de ellos todavía no tienen claro a lo que se quieren dedicar. En su mochila, eso sí, ya siempre estarán todos los conocimientos adquiridos en esta exitosa aventura.


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