FUENTE: www.blogs.publico.es
AUTOR: David Bollero
La robótica también está presente en la COP27. Un ejemplo de ello es la empresa israelí Beewise Technologies, que ha desarrollado colmenas robóticas con el objetivo de preservar a las abejas, especie esencial de nuestro ecosistema que está en peligro por, entre otras amenazas, el cambio climático. La idea surgió en 2018, cuando la compañía reconvirtió un contenedor con este propósito. Beehome, que es como han bautizado al ingenio, funciona con energía solar y combina robótica e Inteligencia Artificial (IA) para cuidar a las abejas durante todo el día, pudiendo ser monitorizadas en tiempo real a través de una aplicación móvil (app).
Con capacidad para albergar hasta 24 colmenas de abejas con entre 30.000 y 50.000 abejas cada una, Beehome está desarrollado no sólo para controlar las condiciones ambientales como la humedad, sino que es capaz de detectar y eliminar automáticamente plagas y parásitos. La clave es el software y la plataforma de Internet de las Cosas (IoT) desplegada en Beehome, con la que es posible, incluso, detectar cuándo una colonia está lista para enjambrar o enviar una alerta al teléfono móvil advirtiendo de que ya se puede recolectar la miel.De cara al año que viene, la compañía planea lanzar al mercado una versión más compacta con menor capacidad de colmenas.
Cada uno de los lados del contenedor alberga una docena de colonias, situando en el centro el sistema robótico que monitoriza todo el comportamiento, 24 horas al día los siete días a la semana. Gracias a la tecnología de IA y aprendizaje automático (machine learning), Beehome se autogestiona de manera desatendida, pudiendo dispensar agua, alimentos o productos contra plagas y enfermedades. Con un 90% menos de trabajo manual para el apicultor, la compañía asegura que reduce la mortalidad de las abejas en un 80%.
Asumiendo que lo más idóneo es que las abejas vivan en su entorno natural, esta invención si podría servir para recuperar colonias de abejas que se han ido perdiendo, pues el espacio que consigue permite una mejor polinización, mayor protección y, al mismo tiempo, más producción de miel.
¿El cambio climático convertido en negocio? Sí, está claro, se trata de sacar provecho del daño que el ser humano mismo ha generado; de hecho, las perspectivas de negocio son evidentes, si no, el pasado mes de marzo Beewise no habría obtenido 80 millones de dólares en una ronda de financiación que lideró el fondo de capital privado afincado en Nueva York Insight Partners. Con más de 70 personas empleadas, su capitalización total ya se aproxima a los 120 millones de dólares.
Sin embargo, el lado positivo es que quizás ayude a mitigar ese daño. Sólo en EEUU y entre abril de 2020 y abril de 2021, los apicultores perdieron el 45% de sus colonias de abeja melífera (también conocida como abeja europea o doméstica), siendo la segunda pérdida anual más alta registrada según Bee Informed Partnership. El impacto es brutal, puesto que el 90% de las plantas con flores silvestres depende en gran medida de la polinización animal, así como más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo y el 35% de las tierras agrícolas, según Naciones Unidas. El efecto dominó de la desaparición de las abejas afecta a muchos ámbitos, desde los biocombustibles, al forraje para el ganado o determinadas fibras naturales, como el algodón.