FUENTE: www.iguanarobot.com

AUTORA: Francisca Valenzuela

Actualmente las luchas que atraviesa la humanidad, van desde acontecimientos de carácter social, político e incluso climático, estableciendo esta última, como una de las luchas con los efectos mas significativo e irreparables de la humanidad. En este marco, las distintas tecnologías de la robótica desarrolladas, vienen a echarnos una mano para un problema que abarca distintas áreas del desarrollo.

En esta misma línea, el avance que ha conseguido la inteligencia artificial es un hecho, y nos invita a cuestionar de qué manera el ser humano utilizará dichas tecnologías a su favor. Dicha decisión tendrá consecuencias decisivas para el futuro que se aproxima, posicionado al planeta tierra como el único protagonista de la problemática.

El debate en torno al uso de la robótica para paliar los efectos de la crisis climática, se ha expuesto desde hace un par de años atrás, tras la firma entregada por más de mil expertos a una misiva conjunta, oponiéndose a la utilización de la inteligencia artificial en la industria “bélica”. Reclamando y exigiendo una legislación de carácter urgente, que impidiera la participación de dichas tecnologías.

Tras la discusión de distintos expertos sobre esta innovadora opción, que vendría a salvar al planeta como le conocemos, han surgido distintas opiniones. “Con la ayuda de pequeñas aeronaves, sería posible plantar más de mil millones de arboles cada año y de esta manera, combatir la deforestación, uno de los motivos principales de los actuales niveles de CO2 en la atmósfera”, detalló Lauren Fletcher, exingeniero de la NASA.

El Instituto Antártico Chileno (INACH), define que la intervención humana en el sistema climático, es evidente, por lo tanto, las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero se establecen como las más altas que se han presenciado en la tierra, acarreando efectos irreversibles y de alto impacto para sistemas naturales y humanos.

Un sistema de medición de la cantidad de CO2, ha sido desarrollado por la Agencia Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), realizando un seguimiento de las emisiones de CO2 antropogénico la atmósfera y sumideros de todo el mundo. Dichas cifras que surgen de este sistema, han servido como una arista para el desarrollo de tecnologías que cubran esta actual urgencia.

El pequeño robot denominado “Slothbot” y su estructura imita la de un perezoso fue construido por ingenieros robóticos del Instituto de Tecnología de Georgia con la finalidad de localizar a la luz solar cuando sus bacterias necesiten una recarga. La pequeña criatura robótica, se desliza a través de un cable que está posicionado entre arboles, monitoreando la temperatura, los niveles de dióxido de carbono y el clima.

“La idea de crear el Slothbot, surgió durante un viaje en Costa Rica, en el cual me obsesioné con los perezosos y lo estratégicamente lentos que son. Debido a esto, comencé a leer sobre la lentitud para el paradigma del diseño y decidí enviar robots que estuviesen fuera durante un largo periodo de tiempo”, detalla Magnus Egerstedt, profesor de Robótica.

Sin embargo, este pequeño robot, no es el único mecanismo que se mantiene vigente en la lucha por el cambio climático, en este marco, el Big Data llega como una solución palpable para solucionar el derroche de recursos, a través de la difusión de datos, aportando información fundamental para los modelos predictivos del aumento de las temperaturas en el globo y la incidencia que involucran en las sequías.

Esta avanzada tecnología puede aplicarse a la creación de variadas bases de datos que funcionan en tiempo real para realizar un cálculo certero de las emisiones de carbono, gracias a esto, los expertos pueden predecir y gestionar desastres naturales, realizar estudios sobre la pérdida de biodiversidad e incluso optimizar la producción de los cultivos agrícolas.

Otra innovadora solución para la lucha incesante en contra de la creación de plásticos desechables son enzimas PETase que se alimentan de materiales sintéticos. Estas fueron descubiertas durante el 2016 por un grupo de investigadores japoneses, estableciendo que estas tienen la capacidad de descomponer el plástico en cuestión de tan sólo un par de días, a diferencia de la degradación natural que puede tardar cientos de años.

Este innovador descubrimiento, permitirá que algunos materiales puedan ser reutilizados, siendo fundamentalmente útil para procesos de fabricación, reciclado y evitando el sobre uso de petróleo para la creación de prendas, explicó John MacGeehan, investigador científico británico y profesor de biología estructural.

 


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