FUENTE: www.olhardigital.com.br/es

AUTOR: Kaique Lima

Los científicos lograron que un brazo robótico adquiriera algo que se puede comparar con el sentido del tacto, lo que permite que el ejecución de tareas cómo verter agua de un vaso a otro. Con esto, un voluntario cuyo cuerpo está paralizado del pecho para abajo, equipado con un implante cerebral, logró sentir su brazo, manos y dedos como si fueran sus propios miembros superiores.

Las versiones anteriores del brazo ya habían mostrado resultados bastante sorprendentes, pero requirieron que el voluntario del estudio Nathan Copeland usara los ojos para guiar el brazo robótico. «Cuando solo tenía retroalimentación visual, podía ver que la mano había tocado el objeto», dice Copeland a NPR. «Pero a veces lo agarraba y se caía».

Anteriormente, Copeland tardaba unos 20 segundos en completar una tarea relativamente sencilla, como agarrar un objeto y guiar la prótesis con los ojos. «Con la retroalimentación sensorial, pudo completarlo en diez», dijo la profesora de la Universidad de Pittsburgh, Jeniffer Collinger, una de las líderes del estudio.

«Incluso algo tan simple como tomar un vaso y tratar de mantener la presión adecuada al moverlo a otro lugar depende en gran medida de la respuesta táctil de la mano», dice. Debido a esto, Collinger y su equipo pasaron años buscando una manera de agregar retroalimentación sensorial a un brazo y un mano robótica.

Trabajo a largo plazo

El trabajo del equipo con Nathan Copeland se ha desarrollado durante más de 15 años. El niño quedó tetrapléjico durante su adolescencia, cuando tuvo un accidente. Desde entonces, ha aprendido a controlar los movimientos del brazo robótico utilizando un interfaz cerebro-computadora.

Con este fin, se instalaron electrodos en un área del cerebro del voluntario para procesar la información sensorial. Esto permitió el uso de pulsos eléctricos para simular una serie de sensaciones. “Se encontró que la estimulación en las áreas relacionadas con las yemas de los dedos en el cerebro generaba sensaciones que parecían provenir de las propias manos del participante”, explica Collinger.

Nathan Copeland toca la mano del expresidente Barack Obama en 2016. Crédito: La Casa Blanca / Reproducción

Poco después, los investigadores buscaron generar estas señales cuando el brazo y la mano robóticos entraron en contacto con un objeto. Finalmente, el equipo midió el tiempo que tomaba Copeland mientras realizaba ciertas tareas, como tomar un Lego o verter agua, con y sin retroalimentación táctil. Los resultados mostraron que el voluntario pudo realizar algunas tareas tan rápido como una persona con un brazo orgánico.

«La sensación realmente cambiaría en intensidad según la fuerza que ejerciera la mano sobre el objeto», dice Copeland. «Así que también podría decir si lo tenía bien agarrado o no». «El control es tan intuitivo que básicamente pienso en las cosas como si estuviera moviendo mi propio brazo».

Puntos débiles

Las implicaciones y los posibles usos de esta tecnología van más allá de los brazos robóticos, ya que otras prótesis de alta tecnología también tienden a funcionar mejor cuando simulan la sensación del tacto. Algunos lo hacen vibrando o proporcionando alguna otra forma de retroalimentación táctil, similar a la tecnología utilizada en los teléfonos inteligentes cuando se escribe con el teclado virtual.

Los brazos robóticos actuales ya funcionan de manera similar a las extremidades naturales, pudiendo doblar el codo, rotar las muñecas y agarrar con los dedos. «Pero cuando le das a alguien la capacidad de controlar estas cosas, hasta que se sienten táctiles, es incómodo», dice Jeremy Brown, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad Johns Hopkins.

Brown también explica que algunas habilidades de los sensores todavía son un poco rudimentarias, como detectar la temperatura, la presión, la textura o si el objeto está húmedo o seco. Según él, los científicos todavía están aprendiendo cómo hacer que las manos y los dedos artificiales detecten estas sutilezas de un objeto. Sin embargo, los miembros que brindan retroalimentación sensorial pueden acelerar este proceso.

Sin embargo, según el profesor, darle a una prótesis un sentido del tacto es más que aumentar su destreza. «No se trata solo de meter la mano en el bolsillo y recoger las llaves», dice. «También es la capacidad de tomar la mano de un ser querido y sentir esa conexión emocional».


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