FUENTE: latercera.com

AUTOR: Daniel Fajardo Cabello

Comenzaron modificando robots japoneses y ofreciendo el servicio de limpieza a sus vecinos. De ahí pasaron a la venta de estos productos con la filosofía de que fueran simples, baratos y eficientes. Ya han vendido 7.000 robots y este año proyectan facturar sobre US$ 14 millones, con miras a entrar al mercado estadounidense.

La modelo argentina Valeria Mazza se entusiasmó tanto con su nuevo robot que limpiaba los vidrios, que llamó al chileno Octavio Urzúa, fundador de Osoji Robotics Corporation, para ser embajadora de la marca. Al poco tiempo después pasó a ser accionista (1%) con la representación para Chile y Uruguay. “Se enamoró del robot”, asegura Urzúa.

¿Qué la motivó a esta decisión? Posiblemente la facilidad en utilizar el producto, algo que le quita el sueño a quienes trabajan en esta startup, basada en la filosofía japonesa kaizen, donde la eficiencia y funcionalidad son claves. Además, la misma palabra osoji tiene un sentido de limpieza profunda del exterior, para lograr la limpieza interior, algo que está en el ADN de la cultura nipona.

Pero este sincretismo entre una startup chilena y los valores japoneses comenzó a principios de este milenio, cuando Urzúa trabajaba en Dallas (EE.UU.), en la empresa Accura Systems, cuyo dueño tenía una fuerte relación con el país asiático y cultivaba su forma de trabajo en la compañía. El chileno aprendió cómo trabajaban los japoneses en el mundo de la arquitectura y construcción. Pero hay algo que no podían resolver de forma eficiente: limpiar los vidrios de grandes fachadas después de instalarlos.

El 2004, Urzúa volvió a Chile y comenzó un negocio de e-commerce B2B, el cual mantuvo hasta 2020. Le fue bastante bien. Le permitió un buen colchón económico y, sobre todo, aprender sobre emprendimiento. Pero paralelamente tenía una especie de hobby, quizá una obsesión: cómo encontrar una tecnología robótica que solucionara el problema de limpieza de vidrios, principalmente, en el hogar. “Había varios productos, pero no era lo que quería. Buscaba algo cercano, fácil de usar y no lleno de botones, como lo que existía en el mercado”, recuerda.

El 2016, en una feria en Japón encontró algo que se acercaba más a lo que quería. Lo trajo a Chile y, junto a su hermano Alejandro Urzúa (cofundador), lo fueron mejorando y simplificando. Fue cuando un amigo les presentó al peruano-japonés Renato Miyagusuku, doctor en robótica de la Universidad de Tokio, quien se entusiasmó de inmediato con el objetivo que perseguían los chilenos en el otro lado del mundo y les ofreció su ayuda. “Cuando ya teníamos listo el diseño, me fui a China a buscar una fábrica que armara el producto. Me tomó harto tiempo, pero la encontré. Finalmente, esta startup partió pensando en global. Ingenieros chilenos, ayuda de Japón y fabricación en China”, explica el CEO.

Constituyeron la empresa en 2017 y cuando llegó el primer contenedor con los robots limpiavidrios había que darse a conocer. Urzúa ofreció el servicio a los vecinos de su edificio. “Algunos quedaban muy felices e incluso compraban el robot. Me fue tan bien que comencé a contratar gente para que me ayudara con la limpieza. Dimos el servicio a más de mil hogares en Santiago y comenzaban a contactarnos de regiones. Incluso en ese primer momento me ayudó una persona que acababa de jubilar como limpiador de vidrios de oficinas. Lo hizo a los 55 años porque el trabajo terminó pasándole la cuenta. Con nosotros llegó a ser el operador principal de robots limpiadores. Ganaba el doble que antes y trabajaba la mitad de tiempo”, dice riendo Urzúa.

Y así, los clientes pasaban del servicio a adquirir las máquinas. “Una clienta de 80 años que nos compró un robot terminó ofreciendo el servicio de limpieza a sus vecinos…”.

Estaban en ese proceso y en 2018 se ganaron un fondo de Start-Up Chile por US$ 40 mil. Al poco tiempo otro de Fundación Chile y luego uno de Corfo SSaF por US$ 60 mil”. Pero el destino no eran los robots limpiavidrios, sino otro proyecto que estaban armando en paralelo: un robot para limpiar paneles solares en el desierto, pero sin agua. “Es una tecnología distinta, pero su desarrollo nos permitió mejorar también nuestro producto para el hogar. Entonces tomamos la decisión de seguir con los robots domésticos para generar rentabilidad, mientras mejoramos la tecnología para los paneles solares, porque ahí no hay ningún competidor y permite transformarnos en el futuro en una empresa de un billón de dólares”, explica. Y así con más contrataciones e inversionistas tomaron ambos caminos. Al poco tiempo sacaron un segundo robot aspiradora y luego un robot para cocinar. Pero no todo fue exitoso. Desarrollaron un robot para cortar el pasto y otro para limpiar piscinas, los que -según Urzúa- eran muy caros para lo que el mercado demandaba y tuvieron que descontinuarlos. “Nuestro objetivo es democratizar la robótica”, asegura.

Entremedio han tenido cuatro levantamientos de capital con “ángeles” como Nicolás Shea, Iván Vera y Gerardo Jofré (expresidente de Codelco). En total han conseguido cerca de US$ 2 millones en inversión. Incluso, Shea les presentó a Shoukei Matsumoto, monje budista y líder del método Osoji en Japón, con quien hicieron un documental sobre esta filosofía de vida. Además, Osoji Robotics Corporation tiene como cofundadores a Gerardo Domínguez, quien estuvo en Grupo Alto en México, y a la directora de empresas Consuelo Vial. En 2020 entraron dos socios japoneses: Tomo Taganawa y Erika Hayashi.

 

Estaban a punto de salir a Perú y México cuando llegó la pandemia, por lo que tuvieron que retrasar los planes hasta octubre del 2021. Hoy, están en Chile, Perú, Argentina, Uruguay y México. Pero este último país es clave para Octavio Urzúa: “En menos de un año vendimos lo mismo que logramos en casi cinco años en Chile. Además, es la plataforma para entrar a Estados Unidos, que está programado para el 2023″, adelanta.

Han vendido 70 mil unidades en su historia, con un crecimiento de un 300% en el último año. El 2021 facturaron un poco más de US$ 7 millones y para 2022 esperan doblar la cifra. De hecho, quieren seguir esa tendencia hasta al menos el 2028, para transformarse en “unicornio” (empresa valorizada en más de US$ 1.000 millones). “Pero lo que más nos importa es lograr la meta de llegar con nuestros robots a 10 millones de hogares para esa fecha”, afirma Urzúa. Y hay varios otros robots en ayuda del hogar en camino, pero lo que hacen se mantiene en absoluto secreto aún.


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