Choi, un adolescente de 17 años, ha creado un brazo robótico capaz de ser controlado con la mente. ¿Cómo funciona?

FUENTE: mundodeportivo.com

AUTOR: Oscar Almarza

La mejora de la robótica no para de sorprendernos con el paso de los años. En el pasado, ligábamos esta tecnología al mundo industria, mientras que el cine y, por qué no decirlo, las soluciones presentes en la actualidad, nos están haciendo cambiar de visión. ¿Son los robots nuestros futuros compañeros de viaje en nuestro día a día? Llama la atención las múltiples funciones que están desarrollándose dentro de la comunidad investigadora.

Además, los inventos y desarrollos tecnológicos, cada vez más, tienen lugar a edades más tempranas. El último ejemplo de ello nos lo muestra un joven de tan solo 17 años, el cual ha sabido crear su propio brazo robótico configurado para la realización de acciones a modo de copia de su brazo. Sí, se trata de un nuevo brazo robótico que destaca, por otro lado, por contar con soluciones de inteligencia artificial de última generación, permitiéndole así, contar con más funciones.

De hecho, no cuenta con una programación específica que debe accionarse de forma manual para la realización de los movimientos. En esta ocasión, el propio sistema basado en aprendizaje profundo le ha permitida a esta tecnología disponer de una cierta autonomía. A la hora de realizar los movimientos, se analizan las ondas emitidas por el cerebro con el objetivo de tomar una decisión. Hay un cierto lapso de tiempo, pero el resultado se ve increíble.

Veamos, por tanto, cómo funciona esta tecnología con más detalle, por qué se trata de una innovación que puede abrir una nueva forma de desarrollo robótico y, por supuesto, cuáles son las claves para entender los entresijos de esta solución diferencial en el sector. ¿Estamos ante un momento único en el desarrollo de cuerpos robóticos?

 

Un brazo robótico con soluciones de última generación en la industria

 

No es la primera vez que vemos una tecnología de estas características, es cierto. De hecho, en el pasado pudimos ver hasta modelos especializados en la cocina. Esto, no obstante, es muy diferente, ya que el control de las acciones del aparato a través del análisis de nuestra mente es lo que convierte a esta solución en algo único. Y sí, lo ha logrado un adolescente de 17 años.

 

 

Lo ha conseguido terminar, además, con medios muy rudimentarios. Todo comenzó en plena pandemia, donde su centro de estudios había cerrado y tenía mucho tiempo libre. Tras echar un vistazo a un documental sobre un implante cerebral, pensó que este tipo de brazos robóticos podrían ser demasiado peligrosos. Gracias a la impresora 3D de su hermana, de un precio de tan solo 75 dólares, decidió crear su propio modelo. El problema es que la máquina no podía hacer piezas de gran tamaño.

Por este motivo, Choi decidió crear piezas más pequeñas, las cuales fue anexionando con pernos con el objetivo de contar, al menos con el hardware. Tal y como se puede observar en las imágenes, se pudo lograr un resultado muy interesante, ya que las propias articulaciones serían muy importantes en el futuro modelo terminado. Ahora bien, ¿qué decir de la conexión cerebral que hay entre Choi y este brazo robótico?

Gracias a su experiencia previa en la programación, comenzó a realizar sus primeros ensayos en términos de codificación. Además, se había interesado mucho por esta temática, habiendo aprendido a programar Python y C++ viendo videos en Stack Overflow, de acuerdo con la información proporcionada por Smithsonian. Esto fue lo que dio vida al proyecto en el que se ha convertido en la actualidad, el cual le ha valido una plaza para el concurso de gran prestigio en Estados Unidos.

 

Un brazo robótico que cumple órdenes de la persona con su mente

 

Lo primero que llama la atención de este brazo robótico es su diseño, el cual llevó hasta 30 horas de impresión. Además, dispone de su propio sistema de inteligencia artificial, una tecnología capaz de interpretar las ondas cerebrales del usuario. Según el propio Choi, todo el equipamiento debería tener un coste de producción no superior a los 300 dólares, algo que podría tener una gran viabilidad en el mercado para la realización de determinadas funciones.

Por otro lado, el material utilizado para la creación del brazo robótico dispone de una gran resistencia. De hecho, se especula que podría soportar una fuerza equivalente a las 4 toneladas de peso. Esta tecnología destaca por contar con un sistema que utiliza dos electrodos: un sensor que se engancha en el lóbulo de la oreja y otro en la frente, el cual recopila datos de EEG. Ambas tecnologías, conjuntamente, se encargan de detectar los movimientos de la mente a través del análisis de las ondas cerebrales.

En relación con el algoritmo, es importante destacar que dispone de 23.000 líneas de código, la cuales se encuentran repartidas en 978 páginas de matemáticas y siete subalgoritmos completamente nuevos. El algoritmo de Choi funciona con una precisión media del 95%, convirtiéndose así en una de las tecnologías más destacadas en el ámbito de las prótesis especiales.


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