En 2019 este robot se llamaba Jaime. Era un prototipo de mayordomo enfocado a realizar y asistir en tareas básicas del hogar. Hoy bautizado como Pudú, ya ha hecho mil atenciones de salud mental a pacientes que se encuentran aislados por Covid 19 y por otras enfermedades. Las dos unidades que existen están repartidas para operar en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile y en el Hospital San Juan de Dios, e IguanaRobot conversó con sus desarrolladores.

Pudú es un robot teleoperado que comunica a los pacientes aislados con sus familias y permite realizar teleasistencia médica. Esta tecnología disminuye los riesgos de contagios del personal médico, mejora la salud mental de los pacientes y también, ahorra el uso y posterior desecho de los insumos de protección que los profesionales de la salud necesitan. 

Este proyecto fue desarrollado por un grupo interdisciplinario impulsado por Verónica Vargas-Araya, psicointensivista de la Unidad de Pacientes Críticos del Hospital Clínico de la Universidad de Chile (HCUCH). También por el Dr. Mauricio Salazar, neurólogo del Hospital San Juan de Dios y por el Dr. Javier Ruiz del Solar, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

El robot mide 1,3 metros de altura y pesa 10 kilos. Este puede ser teleoperado a través de un control de Xbox o también, con un smartphone. El cuerpo robótico trasporta una tablet para generar la conexión entre el paciente y sus familiares. La distancia máxima en la que puede estar el operador y Pudú es de 40 metros, con una autonomía de tres horas  gracias a su batería integrada. Una de las características más importantes del robot es que puede ser higienizado por completo. “El robot no busca ser atractivo, el robot busca ser funcional y responder a un problema. Su cuerpo hexagonal es higienizable al 100% y después de mil atenciones sigue intacto”, explica Verónica Vargas-Araya en conversación con IguanaRobot.  

En mayo de 2020, cuando la pandemia azotaba duramente, la Unidad de Pacientes Críticos del HCUCH paso de tener a 56 camas ocupadas a 300. La escasez de elementos de protección médicos llevo al hospital priorizar el abastecimiento a las atenciones de enfermería. Verónica Vargas-Araya ante la imposibilidad de recibir sus elementos de protección comenzó a investigar sobre la implementación de robots de apoyo en hospitales de otras partes del mundo. “Ahí me di cuenta de lo vulnerable que podían quedar los pacientes porque ya no podíamos tener las mismas atenciones. Investigando me di cuenta que ya estaban implementando robots, pero no para asistencia psicológica”, comenta la psicointensivista.

Una de las mayores dificultades era manejar el robot a distancia. Sin embargo, el equipo de desarrolladores le incorporó una herramienta que evalúa el terreno.  Pudú tiene un dispositivo que hace que disminuya la velocidad cuando tiene un obstáculo en el camino y frena automáticamente cuando está a 30 cm de algún objeto o persona. “El desafío más importante fue el de la usabilidad, es decir, depender de un robot que pudiera ser usado en forma simple y rápida por personal de salud no experto en robótica” explica por su parte, Javier Ruiz del Solar, académico de la Universidad de Chile y desarrollador del proyecto.

La salud mental no solo se ve mejorada en el paciente. Pudú también alivia la carga a los familiares de las personas internadas. A través de una televisita los familiares pueden “ingresar” a la sala a través de Pudú y conocer a todo el personal que está a cargo del cuidado de su ser querido. Además de poder conversar o chatear directamente con el paciente. “En una unidad critica, un paciente aislado con Covid 19, no ve a su familia en 5 meses.  La familia no sabe cómo es el lugar en donde están y quién los atiende. Mediante Pudú la familia ´entra´ al hospital y Pudú se desplaza cual humano dentro de la unidad. La familia desde su casa se hacen una idea de donde se encuentra su familiar y esto les brinda salud mental a los familiares”, especifica Verónica Vargas-Araya.

La primera paciente que tuvo el encuentro con Pudú llevaba hospitalizada 5 meses. Verónica ya la conocía, pero nunca se habían visto los rostros. Cuando la atendió por primera vez a través de Pudú la paciente le dijo “un gusto conocerla”. Verónica es una fiel creyente de que la humanización va mucho más allá del contacto persona a persona. “Cuando yo entro completamente cubierta con los elementos de protección personal que hay de humano en eso. Lo único que despierta en los pacientes es ansiedad y angustia”, explica la profesional.

El equipo desarrollador se encuentra trabajando para desarrollar un sistema de algoritmos que permitan el reconocimiento facial para indagar en las emociones y estados de animo en los pacientes. Además, les gustaría que este robot pudiese ayudar a más hospitales del país donde no hay profesionales de la salud mental atendiendo de forma presencial.

Cómo equipo sentimos una gran alegría, al ver que uno de nuestros robots está ayudando a pacientes con Covid 19 y al personal que los atiende. Esto es especialmente motivante para la mayoría de los miembros del equipo técnico, que aún son estudiantes de ingeniería”, concluyó Javier Ruiz del Solar.


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