FUENTE:cambio16.com

Escritores de África o de la diáspora africana han incursionado en algunos géneros que se agrupan bajo el paraguas de la “ficción especulativa”. Una auténtica ensalada en la que se pueden encontrar textos de “terror”, “ciencia ficción” e incluso de “fantasía”. En 2022, la premiada antología ‘Africa Risen’ reúne relatos de 32 escritores africanos, tres de ellos están relacionados con la robótica, y cada uno explora algún aspecto del transhumanismo como adaptación al colapso ecológico mundial.

La obra, editada por Sheree Renée Thomas, Oghenechovwe Donald Ekpeki y Zelda Knight marca una tendencia en la literatura africana de estos tiempos. La idea de transferir la conciencia a un robot existe al menos desde 1931, cuando se introdujo en el relato de Neil R. Jones ‘El satélite Jameson’, recuerda un artículo publicado en Science.

En los años intermedios, la ciencia ficción del Norte Global ha tratado el transhumanismo como una búsqueda transgresora de la inmortalidad. Como el tropo de la cibernética que se come tu alma, o como un acontecimiento raro y excepcional, por ejemplo, el tropo de la transformación de emergencia. La perspectiva del Sur Global en Africa Risen parte de un postulado diferente: En el futuro, convertirse en robot es un hecho común sancionado por la sociedad.

La antología se abre con ‘La casa azul’, de Dilman Dila. La historia de un robot, Cana-B70, que busca piezas de repuesto en medio del desierto con temperaturas muy calurosas durante el día y muy frías por la noche. Una catástrofe, la Gran Quema, ha transformado el entorno de la Tierra en algo más parecido a Marte.

 

La robótica inspira a los escritores africanos

Mientras Cana-B70 funciona mal, su atención pasa de la mecánica de supervivencia a examinar el contenido de un archivo oculto, organic.sys. El archivo contiene los recuerdos de su infancia antes de ser cargada con su familia en cuerpos robóticos. La mayoría de los ciudadanos se han subido a sí mismos, aunque algunos son demasiado pobres para convertirse en androides y otros se niegan por objeciones religiosas.

Algunos más se resisten en protesta por el uso de la tecnología como solución a un problema que creen inducido por la tecnología. Justo antes de que Cana-B70 entre en un modo de fallo irrecuperable, descubre una casa azul similar a la de su infancia que contiene un hermoso oasis de vegetación que crece a partir de los restos fértiles de cuerpos humanos.

Puede que esos cuerpos sean las cáscaras recicladas de ella y su familia o el sacrificio deliberado de aquellos que se negaron a la carga. En cualquier caso, su legado biológico colectivo sobrevivirá a los cuerpos robóticos mecánicos individuales que se prometieron para prolongar la vida. Y allí entra el transhumanismo, entendido como un movimiento intelectual que cuestiona los límites naturales de la humanidad y promueve diferentes maneras de superarlos por medio de la tecnología.

En la historia de ‘La casa azul’ el transhumanismo no garantiza una existencia significativa, sólo una más larga. Este escrito se corresponde a la nueva tendencia de escritores africanos que se adentran en la robótica como planteamiento central, muchas veces poco entendido, enrevesado. Poco entendible.

Complejidad de los textos

El título de la segunda historia robótica, ‘Mami Wataworks’, como parte de ese boom de escritores africanos, es un juego de palabras con Mami Wata, la deidad africana del agua. En la historia de Russell Nichols, una joven crea un dispositivo para extraer agua de las lágrimas humanas. Dada la mortífera sequía que azota el África del futuro, los problemas de reparto equitativo del agua y la cruel represión de cualquier violación o crítica de las políticas hídricas, hay lágrimas en abundancia.

Hay otras formas de conservar el agua. Incluido el reciclaje de residuos biológicos. Pero tras una pandemia por algún tipo de contaminación procedente del reciclaje, el gobierno prohíbe ese enfoque. Los funcionarios recurren a una combinación de asignaciones de agua cada vez menores. Así como de desinformación meteorológica envuelta en un llamamiento tribal casi religioso a tener simplemente fe.

Sin embargo, no se han descartado explícitamente las lágrimas, una laguna que el protagonista se atreve a explotar. La robótica descrita en la historia no es una especie de nanotecnología para recoger físicamente el agua de los colirios, sino prótesis.

Sustituir las piernas sanas por piernas robóticas reduce la cantidad de agua que necesita una persona. En un futuro rico en tecnología, pero pobre en agua, convertirse en un cíborg es una solución que nadie desea. Llorar, en lugar de aceptar estoicamente el transhumanismo, puede conducir literalmente a alternativas más éticas.

El último relato de la antología, ‘Biscuit & Milk’, de Dare Segun Falowo, describe una nave de generación panafricana, Biscuit, que huye de una Tierra saturada de dióxido de carbono. Con un cargamento de embriones hacia un planeta hiperoxigenado, Milk.

El transhumanismo, tema central

Cuenta la historia que un pequeño grupo de expertos humanos se ha ofrecido voluntario para transformarse en «godbits». Agentes robóticos especializados que trabajan con la inteligencia artificial de la nave para mantenerla, proteger a la tripulación humana y criar a los niños. Sin embargo, las emociones residuales pueden anular la pericia. Así, un godbit es manipulado por funcionarios de los estados profundos para sabotear el viaje en la creencia de que incubar niños es antinatural. El godbit ignora que su propia existencia transhumana podría considerarse antinatural.

El ataque mata a muchos de los bebés. Afortunadamente, los niños supervivientes se adaptan a Milk. En la atmósfera más pura que la Tierra y la comunidad sana de Milk, los niños prosperan y, con el tiempo, desarrollan superpoderes. Vuelven a la Tierra sin naves espaciales, sintiendo un deseo innato de ayudar al mundo natal que nunca han visto.

En ‘Biscuit & Milk’, el transhumanismo no es tanto un mecanismo de supervivencia como una tecnología que permite alcanzar el objetivo innato de proteger el hogar y la familia.

Las tres historias plantean: si el mundo se hunde, ¿sería mejor vivir como un robot? Su respuesta es probablemente no. Aunque podría depender de la gravedad de un futuro colapso medioambiental y de la sensatez de las intervenciones gubernamentales, o de la falta de ellas. Así como de la competencia cultural de los robots  para encajar con la historia y las experiencias únicas de los pueblos africanos.

Independientemente de que la supervivencia dependa del transhumanismo, Africa Risen sugiere que el Sur Global abre el camino en la visualización de un futuro que equilibre la tecnología con las tradiciones culturales. La robótica se cuela en la literatura naciente de un puñado de escritores africanos decididos a reflexionar sobre el futuro que está aquí.


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