Siete alumnas catalanas representarán a España en un torneo mundial de robótica en Sudáfrica.
FUENTE:lavanguardia.com
AUTOR:Marc Masip
“Queremos dejar huella a través de nuestro trabajo”, reivindica Anna, una estudiante de tercero de la ESO de la escuela La Vall de Sabadell, en Barcelona. Esta voluntad explica el nombre de su equipo de robótica, Jatta Printi, que significa dejar huella en finés. Sus siete integrantes —todas chicas— representarán a España en el Open Africa Championship que se celebrará los días 7, 8 y 9 de mayo en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
La clasificación para la prueba internacional de la FIRST Lego League (FLL), una competición de formato mixto y en la que participarán 80 equipos de todo el mundo, llegó en el tiempo de descuento, cuando nadie la esperaba. Uno de los equipos clasificados se dio de baja y ellas, que sin saberlo habían sido cuartas en un campeonato de España en el que solo otro equipo era íntegramente femenino, lograron el billete a Sudáfrica. Ahora todo son nervios, detalles a pulir y fondos por recaudar para costearse viaje y estancia.
Proyecto innovador
‘T-Bubble’, un sistema hinchable para encontrar fácilmente los dispositivos de seguimiento de especies marinas
El mérito recae, aseguran, en T-Bubble, el proyecto de innovación que han desarrollado a lo largo del curso. Se trata de un pequeñísimo sistema hinchable que proponen incorporar a unos dispositivos científicos de seguimiento de especies marinas, para conseguir que sean más fáciles de encontrar en alta mar. Los instrumentos, llamados SPOT tags, cuestan miles de dólares y son fáciles de perder en el oleaje, pese a que llevan integrado un sistema GPS. Y esto implica contaminar el medio marino y perder dinero y datos científicos.
La propuesta de Jatta Printi es, en apariencia, sencilla: hacerlos más visibles con un globo de un color chillón que se hincha por control remoto. Pero tras lo simple de la idea hay un desarrollo técnico complejo. El sistema debe caber en un dispositivo minúsculo, y ha de soportar agua salada y presiones muy altas. El equipo propone cubrir el sistema con titanio y fibra de plástico para hacerlo resistente, y usar dióxido de carbono para hinchar el globo. Su producción, calculan las jóvenes de Sabadell, es económica: no llega a los 60 €.
Equipo Jatta Printi
Las siete son estudiantes de 3º de la ESO con vocación de ser ingenieras e informáticas
“Creo que la idea tiene un gran potencial y aporta un valor significativo para científicos que trabajan en el ámbito de la telemetría de especies acuáticas”, asegura a La Vanguardia Laura García, una bióloga ambiental que realiza su tesis doctoral en la Universidad Internacional de Florida, en Estados Unidos. Las chicas de Jatta Printi la contactaron, junto a otros expertos, y ella las ayudó a desarrollar el prototipo, que considera “realista y bien planteado”, aunque cree que el precio final acabará siendo algo más elevado.
El precio y la sostenibilidad, así como el valor que aporta la propuesta a la comunidad científica, son factores que los jueces de la FLL tienen en cuenta para puntuar el proyecto de cada equipo. Las integrantes tienen 5 minutos para explicarlo, y luego deben defenderlo frente a las preguntas del jurado. Hasta ahora esta era la parte más sencilla de las pruebas. En Sudáfrica ya no lo será tanto, porque deberán interactuar en inglés.
La segunda parte de la competición consiste en diseñar un robot que resuelva 15 problemas distribuidos por un tapete que representa el fondo marino. Lo habitual es montarlo y programarlo durante el curso, pero la clasificación para Sudáfrica les pilló tan por sorpresa que ya habían desmontado el autómata con el que fueron cuartas en el campeonato estatal de Ferrol. Han tenido que empezar de cero. Pero donde otros verían un problema, ellas ven la oportunidad de aplicar conocimientos nuevos para ser más eficientes, rápidas y precisas.
El optimismo y la pasión por la ingeniería son, junto con el trabajo en equipo, las claves de Jatta Printi. “Cada una aporta ideas de mejora”, apunta Amelie, a quien todas coinciden en señalar como la líder a la hora de construir complementos para el robot. Cada miembro del equipo participa en todas las partes del proceso —confeccionan y programan el robot, lo mejoran y lo gestionan en competición— pero de manera natural surgen líderes en cada área, según las fortalezas de cada integrante.
Aprender para mejorar
Las alumnas han aprendido a programar, y a usar Arduino e impresoras 3D
La autonomía que se desprende de este proceso no es fruto de la casualidad. Imma Balcells, la entrenadora del equipo, se ha autoimpuesto la misión de “que espabilen”, según cuenta a La Vanguardia. Les explica las bases teóricas, pero el resto es cosa de sus alumnas. “Solo me consultan cuando se bloquean o no encuentran el error”, describe. A lo largo del curso han aprendido a programar, a usar Arduino —un sistema de hardware y software que permite construir dispositivos interactivos— y a usar una impresora 3D, entre muchas otras cosas.
“Cuando una chica hace ciencia se siente capaz de imaginar, programar, construir y liderar”, arguyen las siete adolescentes con vocación de ingenieras en un escrito, “queremos mostrar que el talento femenino en ciencia y tecnología está más vivo que nunca”. Han encontrado su manera de dejar huella.
Las alumnas de La Vall han lanzado una campaña de micromecenazgo para financiar el desplazamiento. También proponen otras maneras de colaborar, que se pueden consultar en este enlace.