Este nuevo material podría ser utilizado para sensores que se pueden poner alrededor de partes del cuerpo sin dañarlas, como las neuronas del cerebro, o para hacer prótesis artificiales más cómodas.
FUENTE:computerhoy.com
AUTOR:Carolina González Valenzuela
Un equipo de investigadores del Centro de Ciencia y Fusión del Plasma del MIT (PSFC) liderado por Hangu Chui ha logrado un increíble avance en la tecnología de los imanes, que promete abrir potencialmente nuevas posibilidades en muchos campos.
«Algunos de nuestros artículos cotidianos más importantes, como ordenadores, equipos médicos, generadores y más, funcionan gracias a los imanes. Sabemos lo que sucede cuando los ordenadores se vuelven más poderosos, pero ¿qué sería posible si los imanes se volvieran más versátiles? ¿Qué pasaría si uno pudiera cambiar una propiedad física que define su usabilidad? ¿Qué innovación podría catalizar eso?», explican en una entrada de blog el MIT.
Su estudio, publicado en la revista Nature, explora el uso de telururo de cromo para controlar el efecto Hall anómalo y la curvatura de Berry, dos fenómenos fundamentales en la física que han sido una gran barrera para su aplicación práctica.
Para que se comprenda a la perfección, explicar que el efecto Hall, descubierto por Edwin Hall en 1879, revela que al colocar un imán en ángulo recto contra una tira de metal con corriente eléctrica, se desvía la corriente hacia el extremo opuesto de la tira.
Aprovechando los principios cuánticos, los investigadores lograron utilizar la curvatura de Berry, un concepto cuántico que desvía el flujo de electrones sin necesidad de un campo magnético externo, dando lugar a lo que se conoce como el efecto Hall anómalo, permitiendo así controlar la electricidad de manera más eficiente.
El material desarrollado por el equipo muestra el efecto Hall anómalo incluso bajo tensión, lo que lo convierte en un material flexible para la electrónica. Compuesto por diversos materiales, esta novedad ajustable por tensión mantiene su capacidad de conducir electrones mientras se adapta naturalmente a la tensión que quieras aplicarle.
Un sinfín de nuevas aplicaciones gracias a este material flexible
Las implicaciones de este avance son increíbles. En el campo de la robótica, los materiales que se ajustan por tensión podrían permitir la creación de sensores flexibles que se adaptan a elementos humanos, como neuronas cerebrales en interfaces cerebro-ordenador. Por supuesto, también podrían mejorar la interacción con prótesis artificiales y ofrecer ventajas para empresas como Neuralink de Elon Musk.
En el almacenamiento de datos, estos materiales estirables podrían almacenar cantidades variables de información según su estiramiento, lo que mejoraría la densidad de almacenaje y la retención de datos.
Sin embargo, la adopción de esta tecnología depende de factores como el coste y la adaptación de la tecnología de fabricación actual, conocida como CMOS —semiconductor complementario de óxido metálico—. Aunque los desafíos de escalabilidad hay que tenerlos muy en cuenta, no cabe duda de que esta nueva tecnología tiene un futuro muy prometedor.