FUENTE: www.medialaw.digital

Los “Biobots” que es como ha denominado a estos robots vivientes creados a partir de células de rana africana, son unos nanorobots (apenas tienen medio milímetro) creados a partir de las células musculares y cutáneas de este tipo de animal que han creado un grupo de científicos de Estados Unidos liderados por Joshua Bongard, experto en informática y robótica de la Universidad de Vermont (UVM) según publica la revista científica PNAS.

Para sus creadores, no estamos en presencia de un nuevo tipo de robots o una modificación de sistemas anteriores y genéticos de animales. Se trata de un nuevo tipo de artefactos: un organismo vivo y programable. En definitiva, un “robot vivo” formada por células que no existen en la naturaleza, una máquina biológica creada desde cero. Estas nueva máquinas vivas son el resultado del Machine Learning ya que fueron creadas por fuerza bruta por el supercomputador “Deep Green” de la UVM gracias a un algoritmo evolutivo para crear miles de diseños candidatos para las nuevas formas de vida. Los diseños fallidos se descartaron y eligieron los mejores.

Luego un equipo de cirujanos, liderados por el experto en microcirugía Douglas Blackiston, transplantó los diseños obtenidos en maquetas de silicona a través de impresión 3D a la vida. Para ello recopilaron células madre, cultivadas a partir de los embriones de ranas africanas (de la especie “Xenopus laevis”) y, posteriormente, mediante unas pinzas diminutas y un electrodo aún más pequeño, las células se cortaron y unieron bajo un microscopio siguiendo los patrones que había diseñado la supercomputadora. Sorprendentemente, las células así ensambladas comenzaron a trabajar juntas (las de la piel formaron una arquitectura de tipo pasiva, mientras que las células cardíacas se pusieron a trabajar creando un movimiento ordenado hacia adelante, según las instrucciones de la supercomputadora además de por patrones espontáneos de autoorganización); esto les permitió moverse por sí mismas de manera coherente y explorar su entorno acuoso durante días o semanas, impulsados por depósitos de energía embrionaria.

Las posibilidades que se abren para la nueva medicina (eHealth) son numerosas, desde emplearlos para que puedan atajar enfermedades crónicas incurables mediante le transporte de sustancias necesarias para la vida, como la insulina u otros fármacos; o la eliminación de los ateromas (placas de grasa de las arterias), ya que pueden acometer tareas como un conjunto, moviendo objetos o transportándolos; así como detectar enfermedades terminales dentro de los organismos, y hasta coadyuvar en la lucha contra el cambio climático y la protección de nuestro Planeta mediante la búsqueda de compuestos desagradables o contaminación radiactiva o la recolección de microplásticos en los océanos, ya que las células de estos robots vivos son biodegradables al desaparecer tras una semana.

También se ha planteado la posibilidad de emplearlas para regenerar tejidos por su característica de ser elementos muy resistentes, capaces reconstruir una lesión. Quizá la única limitante es que, por el momento, estos robots vivos no son capaces de reproducirse por sí solos, aunque no se descarta que ello se produzca en el futuro.

Además de las esperanzadoras iniciativas que plantean estos robots vivos, también se cierne un debate que la humanidad tiene que tener ya y en profundidad y que versa sobre las implicaciones y consecuencias que todo esto tiene para nuestra especie, particularmente desde el punto de vista de la ética y moral.


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