FUENTE: www.elmundo.es
AUTOR: Jaime Vicioso
La implantación de la tecnología avanzada en el mundo laboral, cada vez en más sectores, hace que crezca la demanda de estos profesionales. Algunos proyectos tratan de ayudar a que los trabajadores que pierdan su puesto por la llegada de máquinas y la automatización de tareas puedan reciclarse en labores de gestión a pesar la falta de cualificación.
En esta última década y de una forma sorprendentemente natural, los robots han pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana. Electrodomésticos de limpieza como los aspiradores inteligentes o los coches autónomos se están convirtiendo cada vez en mayor medida en herramientas de uso cotidiano a las que el ciudadano de a pie se ha ido adaptando.
En el ámbito laboral, la mayor capacidad cognitiva de los dispositivos de inteligencia artificial está automatizando tareas que hace unos años sólo cabría imaginar que realizaran máquinas en películas de ciencia ficción. Sus funciones ya no se limitan a labores industriales y se están implantando en otros muchos espacios laborales. De ahí que cada cobren más importancia los profesionales con los conocimientos necesarios para diseñarlos, programarlos, realizar las labores necesarias de mantenimiento y entrenarlos para llevar a cabo tareas no ya tan lineales. Se trata de los conocidos como gestores de flotas.
«Su función principal es la planificación y seguimiento de las actividades automatizadas que realizan los robots», explica Sergio de los Santos, director de Laboratorio e Innovación de Telefónica Tech. «Estos gestores de flotas se encargan de controlar diferentes tipos de robots: vehículos guiados, máquinas móviles autónomas, drones, robots colaborativos y vehículos autónomos de gran tonelaje como los que se usan en la minería».
CUALIFICACIÓN
En cuanto a la formación, no hay perfil específico que se dedique a esta tarea. Pero, como comenta Senén Barros, director del Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes en la Universidad de Santiago de Compostela y catedrático en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, los conocimientos de robótica y programación, al menos por el momento, son indispensables para asumir esta responsabilidad. «Ahora el despliegue de robots es mayor y cada vez más basado en la inteligencia artificial, por lo que esos gestores requieren de una cualificación específica e intensiva».
Universidades como la de Santiago de Compostela o la Rey Juan Carlos son algunas de las pocas que ofrecen carreras como Ingeniería robótica, pero la previsión es que poco a poco cada vez sean más los centros que cuenten con titulaciones similares, ya que la demanda de este tipo de perfiles va en aumento. Como explica Barro, aunque la tecnología no sea por el momento tan asequible, «también las pymes, del sector que sean, van a estar cada vez más automatizadas».
La capacidad de estos equipos autómatas ha traspasado los límites de la imaginación humana en muchos casos. Ahora, por ejemplo, los bufetes de abogados utilizan robots para la gestión de documentos y la comparativa de sentencias.
LA PARADOJA DEL EMPLEO
Pero este salto evolutivo en la robótica genera, a su vez, lo que el economista británico Keynes denominó en 1930 como «desempleo tecnológico masivo». «Hasta ahora, el proceso de automatización de tareas era muy lento y la gente que perdía su puesto de trabajo podía acceder fácilmente a otro con formación complementaria. Eso ya no es así», explica Barro.
A priori, las cifras sobre el futuro del trabajo son positivas, como demuestra el informe publicado por Bank of America en mayo de este año. Según este documento, el Foro Económico Mundial estima que la automatización creará 12 millones de puestos de trabajo netos, ya que los robots eliminarán 85 millones de empleos, pero generarán 97 millones nuevos. Aunque no se trata únicamente de una cuestión cuantitativa.
«¿Podrán asumir las personas que se vean desplazadas de su puesto por los robots estos trabajos de gestión? Por el momento, no tienen las herramientas ni los conocimientos suficientes», reflexiona el catedrático.
Proyectos como LogiBlock, desarrollado por la Universidad Politécnica de Valencia, pueden evitar que mucha de esta gente que pierde su trabajo a causa de la automatización de tareas quede totalmente desamparada. Esta herramienta digital de gestión de flotas, aplicada por el momento a tareas logísticas, traduce las instrucciones de alto nivel que un humano quiere delegar en un equipo de robots a comandos con mucha más granularidad para que las máquinas puedan entenderlas.
A su vez, LogiBlock cuenta con pantallas y paneles que monitorizan la tarea y permiten al usuario controlar en todo momento la labor de las máquinas para ver si se sigue de manera correcta el plan trazado. «En caso de fallo o bloqueo que no se pueda resolver automáticamente, la herramienta avisa al gestor y le permite replanificar la tarea de forma sencilla», señala Francisco Fraile, uno de los investigadores de la Politécnica de Valencia.
En la creación de LogiBlock, que sigue en una fase experimental puesto que se lanzó en julio de este año, han colaborado centros tecnológicos adscritos a universidades de la Comunidad Valenciana, fabricantes de robots y consultores tecnológicos de la región. Su objetivo principal es claro: hacer que la gestión de flotas también pueda ser una realidad en pymes que no cuentan con tantos medios.
RECICLAJE PROFESIONAL
Para ello, reducen al máximo el gasto en el equipo, con robots eficientes de consumo limitado de energía, preparados para ser más productivos en periodos largos de tiempo y que permiten un retorno más rápido de las inversiones, y también buscan que el manejo de la LogiBlock sea lo más sencillo posible. De esta forma, no sólo los expertos en robótica pueden gestionar de forma eficaz una flota, sino que, además, otros profesionales no tan cualificados pueden reciclarse realizando esta labor. «El sistema para enviar instrucciones es muy intuitivo, lo que permite que la empresa también pueda reducir costes al contratar a personal», explica Fraile.
Herramientas como LogiBlock facilitan la vida de los gestores de flotas, permitiéndoles, como indica Santos, «dedicar su actividad a nuevas planificaciones y a la resolución de situaciones complejas que no se basan en la interpretación de datos masivos». Pero la labor humana sigue siendo indispensable para llevar de la manera correcta un equipo de robots. «La idea es que la persona al cargo trabaje con la flota de robots a través de una interfaz de la forma más similar posible a la que lo haría con un equipo humano», comenta Fraile.
Queda claro que el avance de la tecnología llega hasta límites insospechados, permitiendo que los robots realicen parte de las tareas que sus creadores hicieron al programarlos. El reto para máquinas y personas en el futuro será aprender a compartir espacio de trabajo. «No habrá un robot periodista ni un robot profesor. Pero muchas de las tareas que se realizan en todas las profesiones tienen un grado potencial de automatización», concluye Barro.