Desde Quito, una mano robótica creada por un estudiante promete cambiar las prótesis con IA y visión artificial.
FUENTE:elcomercio.com
Una mano que aprende por sí sola a manipular objetos gracias a la visión artificial y sensores mioeléctricos (dispositivos que captan las señales eléctricas generadas por los músculos del cuerpo humano). No es un proyecto salido de Silicon Valley, sino de un laboratorio universitario en Quito, impulsado por un estudiante que retomó sus estudios y está decidido a cambiar vidas desde la robótica.
¿Por qué importa en Ecuador?
En un país donde el acceso a prótesis de alta tecnología puede superar los 20 mil dólares, esta mano robótica abre la posibilidad de una alternativa funcional, hecha con materiales biodegradables, y pensada para personas amputadas que no pueden pagar soluciones comerciales. Además, ofrece aplicaciones industriales en entornos complejos, peligrosos o radioactivos. La innovación nació en la universidad UTE y de un joven que no se rinde.
La escena clave
Paúl Heredia mira cómo una cámara común capta los movimientos de su mano real y los traduce en gestos precisos que replica una prótesis impresa en 3D. La robótica lo emociona desde siempre, pero su meta ahora es humana: “Que una persona pueda volver a tomar un lápiz o una botella, y que la mano aprenda cuánta presión necesita para hacerlo”.
Lo que hay detrás
El proyecto combina inteligencia artificial, visión artificial y sensores mioeléctricos en una solución que no busca competir con la alta gama tecnológica global, sino ofrecer un modelo más justo y accesible. Este es el corazón del desarrollo: una tecnología inclusiva, diseñada con materiales biodegradables y más económicos, pero con visión de futuro.
Para armar esta mano se usó una placa comercial, materiales biodegradables y flexibles.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Heredia, de 33 años y oriundo de Machala, interrumpió hace años su formación en ingeniería electrónica por motivos laborales. Retomó la carrera de Mecatrónica en la Universidad UTE, donde su experiencia previa le permitió avanzar con fluidez. Junto a su mentor, el docente Luis Miguel Sánchez, desarrolló la primera versión de la mano robótica, que ya ha ganado concursos nacionales de innovación. Actualmente está en octavo y último semestre de su carrera.
Entre bambalinas
El proyecto enfrentó limitaciones tecnológicas: las primeras pruebas usaron placas comerciales, pero ya enviaron a fabricar en China placas propias, diseñadas exclusivamente para esta prótesis. Las piezas se imprimen en 3D con fibra de carbono, TPU flexible y PLA biodegradable. La meta es clara: reducir costos sin sacrificar funcionalidad.
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La verdad de los datos
Una prótesis mioeléctrica comercial puede costar entre 20 mil y 30 mil dólares. Heredia busca reducir esos costos usando tecnología accesible. Ya llevan un año de desarrollo y cinco meses afinando la versión médica y con visión social.
Claves para entenderlo
Visión artificial: la cámara interpreta gestos y los digitaliza para que la mano robótica los replique.
Sensores mioeléctricos: captan señales musculares del usuario, lo que permite que la IA module la fuerza necesaria.
Impresión 3D: abarata la producción y permite crear estructuras personalizadas y resistentes.
El dato que sorprende
El equipo diseñó sus propias placas electrónicas en Ecuador, pero tuvo que mandarlas a fabricar a China por la falta de capacidad industrial local. Aun así, el desarrollo se sostiene con recursos mínimos y mucha determinación.
Lo que viene
La meta a corto plazo es tener un prototipo funcional como prótesis de bajo costo A futuro, Heredia planea extender la tecnología a otras extremidades, como pies o brazos completos. También esperan que su iniciativa inspire a otros jóvenes a crear tecnología con propósito social.
“Aquí en Ecuador no tenemos toda la tecnología, pero eso no es una traba. Que eso sea el motivo para seguir soñando“.
