FUENTE:vertigopolitico.com
AUTOR:J. Alberto Castro
En el corazón del Instituto Politécnico Nacional (IPN) dos jóvenes estudiantes de Ingeniería en Sistemas Computacionales, Eduardo Hernández V. y José Ángel Rojas C., han demostrado que la pasión y la dedicación pueden llevar a la creación de proyectos innovadores con un impacto significativo en el mundo real.
Estos jóvenes talentosos se unieron al equipo del doctor Genaro Juárez Martínez, de la Escuela Superior de Cómputo (Escom), para trabajar en el desarrollo de un robot de monitoreo autónomo con un bioalgoritmo.
Se trata de un proyecto que, con la colaboración de expertos de Reino Unido y República Checa, ha representado un reto emocionante para estos jóvenes politécnicos: durante un año trabajaron arduamente en el Laboratorio de Vida Artificial y Robótica (ALIROB) de la Escom. Su objetivo principal era construir y programar un robot capaz de navegar de un punto a otro, generando su propia ruta de manera autónoma.
El resultado de su esfuerzo y dedicación es McIntosh I, un robot que ha sorprendido a propios y extraños.
Con un diseño compacto y una gran capacidad de movimiento, este robot tiene el potencial de adaptarse a diversas situaciones, incluso como robot de búsqueda en contingencias por desastres naturales.
Eduardo y José Ángel no solo han demostrado su talento en la construcción y programación de McIntosh I, sino que también han aportado mejoras significativas en el sistema de comunicaciones del robot. Su trabajo ha sido fundamental para optimizar el funcionamiento y la eficiencia de esta increíble creación.
La tarea principal de McIntosh I es captar en tiempo real las actividades que se realizan en diversos espacios, como oficinas, hospitales o incluso espacios de trabajo. Su cámara de alta tecnología se puede conectar fácilmente a una computadora o celular, lo que permite monitorear de forma remota y eficiente.
Pero lo que realmente distingue a McIntosh I es su sistema de navegación autónoma: en lugar de seguir rutas predefinidas, este robot tiene la capacidad de generar sus propios caminos de manera impredecible. Esta característica es fundamental para su función de monitoreo, ya que le permite explorar los espacios de manera exhaustiva y detectar cualquier actividad relevante.
Organismo microscópico
El sistema de navegación autónoma de McIntosh I es una verdadera obra de arte de la ingeniería. Eduardo y José Ángel lograron programar un algoritmo único en su tipo, con base en el modelo de autómata celular complejo. Pero lo más sorprendente es que este algoritmo se inspira en la dinámica del Physarum Polycephalum, un organismo microscópico similar al moho.
El Physarum Polycephalum es conocido por su capacidad de explorar su entorno y trazar caminos para buscar nutrientes. Los científicos han estudiado este mixomiceto durante años y han descubierto que es capaz de adaptarse a diferentes situaciones y encontrar las mejores rutas para alimentarse.
De hecho, este organismo ha sido utilizado en experimentos fascinantes, como la recreación del mapa de la red ferroviaria de Tokio, Japón. ¡Y lo logró con éxito! También se ha utilizado para unir carreteras en México, demostrando su increíble capacidad para resolver problemas complejos.
Con la asesoría del doctor Genaro Juárez, Eduardo y José Ángel retomaron trabajos anteriores y lograron desarrollar un bioalgoritmo aún más sólido y con una tasa de error muy baja. Este algoritmo le permite a McIntosh I generar su propia ruta a partir de un punto inicial y un punto final, lo que lo convierte en un robot autónomo y eficiente.
Pero eso no es todo. El algoritmo de McIntosh I tiene una característica única: explora los espacios de manera paralela, es decir, al mismo tiempo. Esto lo convierte en un algoritmo más sólido y robusto en comparación con otros que generan rutas de manera secuencial.
Eduardo y José Ángel no solo destacaron por su creatividad y conocimientos técnicos, sino también por su capacidad para superar desafíos. Lograron resolver rutas circulares, un problema que otros robots con algoritmos convencionales no podían solucionar.
Además, a pesar de las limitaciones en la conectividad, estos jóvenes ingenieros desarrollaron una aplicación para móviles multiplataforma, compatible con Android e IOS. Esto significa que McIntosh I puede ser controlado a distancia, lo que amplía aún más sus posibilidades de uso.
La historia de Eduardo y José Ángel es un ejemplo de cómo la pasión, la dedicación y la creatividad pueden llevar a la creación de proyectos innovadores con un impacto significativo en el mundo real. Su trabajo con McIntosh I es un testimonio del potencial de los jóvenes ingenieros mexicanos y de cómo la tecnología puede ser utilizada para mejorar nuestra calidad de vida.
Presentación en Japón
El arduo trabajo de Eduardo y José Ángel no pasó desapercibido. Los jóvenes politécnicos redactaron un artículo con los resultados obtenidos, el cual fue aceptado y presentado en el 15 Taller Internacional sobre Redes, Computación, Sistemas y Software celebrado en Okinawa, Japón, como parte del XXII Simposio Internacional sobre Computación y Redes (CANDAR) 2024.
En este prestigioso evento, Eduardo y José Ángel fueron los únicos latinoamericanos y estudiantes de licenciatura presentes, compartiendo sus hallazgos con investigadores y profesionales de todo el mundo.
Su presentación destacó la versatilidad del bioalgoritmo y su potencial para utilizarse en el mapeo de cuevas, catacumbas y sitios arqueológicos, así como en situaciones de emergencia y desastres naturales.