El sexo con robots no se restringe a la ciencia ficción: prolifera en entornos virtuales y también hay casos más allá de las pantallas. Analizamos de qué modo el auge de la automatización modificará los vínculos entre los humanos y las máquinas.
FUENTE:hipertextual.com
AUTORA:Uriel Bederman
Con la expansión de la inteligencia artificial, los avances en robótica y la ficción vía streaming, emerge una nueva formulación para el clásico dilema del huevo y la gallina. Ahora podemos indagar: ¿qué fue primero, Black Mirror o los hechos del mundo real? Una de las muchas distopías narradas magistralmente en la serie de Netflix es el sexo con robots que, no sin riesgos, tiene correlatos y antecedentes más allá de las pantallas.
Al repasar las nuevas formas de vincularnos con las máquinas encontramos más que los usos tradicionales de ChatGPT y otros generadores automatizados. En la intersección también aparecen las modelos sintéticas, creadas con inteligencia artificial, que triunfan en plataformas como OnlyFans. Además, hay empresas que fabrican autómatas sexuales con aspecto humano. Y a través de las noticias nos hemos enterado de casamientos con entidades inertes.
Aquellos hábitos, con creciente visibilidad, servirían como prolegómeno para que el sexo con robots antropomórficos deje de ser un tabú. Mientras tanto, la ciencia ficción nos prepara para un mundo en el que los autómatas no solo trabajen en las fábricas y respondan consultas desde los dispositivos. Pronto, también se meterían en nuestras camas.
Black Mirror expone las relaciones entre humanos y robots, un trato que ya excede a la ficción
La segunda temporada de la serie —paradigma de la ciencia ficción contemporánea— abre con Vuelvo enseguida. Este capítulo inquietante cuenta la historia de una viuda que consigue interactuar con su esposo fallecido gracias a un programa que recupera la personalidad del hombre, basándose en sus publicaciones en las redes sociales. Una vez más: ¿qué fue primero, Black Mirror o la realidad?
En este caso, hay algunos antecedentes que permiten abordar una respuesta. Anteriormente, en Hipertextual revisamos una serie de ingenios digitales que permiten conversar con los muertos. El propio Mark Zuckerberg, CEO de Meta, deslizó que las tecnologías de realidad virtual permitirán hacerlo. Antes, una compañía llamada Replika diseñó un sistema para crear émulos virtuales de personas fallecidas. Por su parte, la firma DeepBrain AI desarrolló un servicio para realizar videollamadas con seres del “más allá”.
Aunque no muestre exactamente cómo es el sexo con robots, el capítulo Beyond the Sea también exhibe singulares relaciones amorosas entre humanos y máquinas. En ese caso, dos astronautas estadounidenses pasan una larga estadía en el espacio, dejando en la Tierra un par de clones robóticos para que la vida siga su curso normal. O algo así. En Striking Vipers, ya en la quinta temporada, dos amigos mantienen acalorados encuentros sexuales dentro de un videojuego del estilo Mortal Kombat, que usan en un entorno de realidad virtual. Cuando se quitan el dispositivo, las fronteras no resultan totalmente claras para ellos. Una dificultad similar se materializa en OnlyFans, una plataforma de contenido erótico, en la que ahora proliferan modelos creadas con inteligencia artificial.
OnlyFans prepara el terreno para el sexo con robots
Para los usuarios dispuestos a pagar suscripciones en perfiles de OnlyFans, la gracia es acceder a contenido exclusivo, no disponible en otros entornos, usualmente de tenor sexual o erótico. Un nuevo paradigma emerge allí. Ahora, para muchos no es relevante si las fotos y los videos muestra a una persona real o sintética. Algunas creadoras con gran influencia en esa plataforma encabezan el triunfo de las modelos que no existen en el mundo real.
Amouranth, celebridad en Twitch y OnlyFans, lanzó un chatbot impulsado por inteligencia artificial que permite a sus fans mantener conversaciones subidas de tono. Lo hizo en mayo de 2023, en pleno auge de ChatGPT. “Ya sea una curiosidad o un deseo profundo, la contraparte de IA de Amouranth estará allí para brindar asistencia a los seguidores con una conversación”, comentaron en el anuncio de este bot para mayores de 18 años. Un detalle, antes de avanzar. La empresa que creó aquel chatbot, Forever Voices, fue creada por un hombre que tras perder a su padre quiso desarrollar un sistema para seguir conversando con él.
Recientemente, fuimos testigos de otro caso que anticipa un futuro en el que el sexo con robots ya no sería tabú. La streamer Susu_jpg también lanzó su propio bot basado en inteligencia artificial. Además de permitir interacciones personalizadas —aunque no directas, en rigor— ella dijo que aquella es una forma eficaz para combatir las falsificaciones no consentidas. “He lidiado durante años con personas que hacen uso de mi identidad (…) No pierdas el tiempo con imitadores y deepfakes manipuladas, cuando puedes tener imágenes de alta calidad y una experiencia libre de estafas”, dijo la creadora de contenido al anunciar su émulo virtual en X (Twitter).
Aportando circularidad a este repaso, un usuario de aquella red social comentó que la movida de Susu_jpg se parece a un episodio de Black Mirror. E incluyó una captura del episodio Rachel, Jack and Ashley Too, en el que la personalidad de una cantante famosísima se inserta dentro de una muñeca disponible en las tiendas. Otros comentaristas advirtieron los riesgos de este tipo de chatbots. ¿Acaso pueden distorsionar la percepción de la realidad?
“Muchos han estado usando mis imágenes durante años para estafar a otros. Y yo tengo que explicarles a las víctimas que fueron engañadas. Este robot es sincero en cuanto a que no es real. Es más seguro que lo que he estado enfrentando. Entiendo tu preocupación, por supuesto”, respondió Susu.
La robosexualidad en el mundo real: visiones de la psicología y la filosofía
Tal como señalamos anteriormente, las relaciones estrechísimas con máquinas y el sexo con robots no se restringen a la ciencia ficción. Una serie de casos sirven como ejemplo. Uno de ellos tiene como protagonista a la empresa Realbotix, que desarrolla autómatas de compañía, una suerte de evolución de las muñecas inflables. Un detalle: no solo crean modelos femeninas, sino también de aspecto masculino.
Retomando las preocupaciones que emergen en función de estos vínculos, Hipertextual dialogó con una psicóloga y un filósofo para conocer la visión de esas disciplinas sobre esta creciente vinculación.
“Es interesante notar que el amor por Internet o el sexo virtual desarrolla varias de las características del sexo con contacto físico. O sea, la fantasía produce efectos que son reales”, observa en diálogo con esta publicación la psicóloga Fiorella Litvinoff. “Con los robots pasa lo mismo. La tendencia a relacionarse de este modo puede tener que ver con un juego, una experiencia. Ahora bien, también puede tener que ver con tapar fobias, con inseguridades, deseos de control total del otro, no soportar la desilusión con un otro que es diferente”, comenta, y cierra que las particularidades del “mundo post-pandémico han posibilitado estos escenarios.
Por su parte, el licenciado en filosofía y escritor Esteban Ierardo subraya que toda nueva tecnología modifica la experiencia humana. En ese orden, nota que la actual mediación tecnológica de la vida genera una creciente cultura de sustituciones. “Todo lo online y las entidades robóticas son parte de este proceso”, dice.
“Las sustituciones en expansión son parte también de lo lúdico. Kant, en su filosofía, habla de un ‘hacer como si’, como parte fundamental del proceso de conocimiento. En lo lúdico contemporáneo, por su parte, el nuevo juego es, quizás, un nuevo ‘hacer como si’. Los robots como simulacros antropomorfos son parte de un hacer como si fueran humanos. Esta lúdica humanización del «robot sexual» permite el imaginario de una satisfacción del deseo sin ser contaminado por los fracasos, interrupciones o conflictos propios de lo humano”, comenta Ierardo.
Más allá de lo lúdico, ¿el camino que nos conduce hacia el sexo con robots presenta riesgos? En este punto, el filósofo hace mención al erotismo interespecie. “Este es un nuevo momento en la sustitución y modificación de lo humano (donde) los productos tecnológicos crean nuevas formas de experiencia y relación (…) Esto supone el peligro de que lo humano, de a poco y casi sin advertirlo, se pierda en sus propios sustitutos y duplicados”, concluye. Por cierto, es interesante examinar el libro de su autoría, Las pantallas salvajes. Allí, Ierardo analiza a la cultura digital y pone la lupa en la imaginería de Black Mirror, el paradigma contemporáneo de la ciencia ficción y eje para nuestra reformulación de la pregunta “¿qué fue primero, el huevo o la gallina”?