Una investigación científica desveló que los robots con forma antropomórfica pueden provocar emociones positivas en las personas

FUENTE: www.codigonuevo.com

Llevamos muchas décadas fantaseando con los robots. Especialmente desde que Isaac Asimov, escritor por excelencia de la literatura sobre robótica, desarrollara mundos donde androides y seres humanos conviven. Pero, incluso tras tragarnos decenas de historias en las que los robots son más que simple cableado y metal, como Blade RunnerTerminator, RobotEx Machina o Westworld, seguimos sin sentir que realmente puedan producirse experiencias emocionales significativas entre unos y otros. Después de todo, solo son aparatos informáticos un poquito más complejos que el smartphone que tenemos en la mano, ¿no?

Pero la realidad es muy distinta. Porque, aún cuando simplemente son piezas de metal unidas entre sí, según una investigación realizada por Laura Hoffman, profesora de psicología de la Ruhr-Universität Bochum, estos aparatos pueden generar emociones positivas en las personas cuando toman apariencias antropomórficas. En concreto, y como explican desde Inverse, medio estadounidense que se hace eco de la investigación, una simple palmada en la mano de un robot NAO, androide comercializado por Aldebaran Robotics, genera unas emociones muy agradables de calidez y felicidad. Casi como si nos tocara otra persona.

¿Cómo lo descubrieron Laura Hoffman y el resto de su equipo de investigación? Pues sometieron a 48 universitarios a una sesión de asesoramiento académico con NAO, controlado desde otra habitación, aunque esto no lo sabían los participantes. NAO solo tocó suavemente a la mitad de ellos. Todos tenían colocadas sus manos en una caja que monitorizaba la respuesta de la piel al toque, por lo que Laura y sus compañeros pudieron evaluar las reacciones científicamente. ¿La conclusión? «Las reacciones fueron todas positivas. No se sintieron nerviosos o intimidados, sino felices y cálidos», asegura Hoffman.

Eso no implica que la interacción física entre seres humanos y robots pueda reemplazar a la interacción que tiene lugar entre las personas. Pero, como afirma la propia Hoffman en Inverse, la investigación será esencial para desarrollar una mejor comprensión acerca de las respuestas emocionales que las interacciones robots-seres humanos pueden desencadenar en nosotros y aprovecharla en favor de la lucha contra la soledad. Las nuevas tecnologías nos conectan más aparentemente, pero la soledad se expande más y más cada año. Y, tal vez, los robots con apariencia antropomórfica puedan servir como paliativo. Sería increíble.

Después de todo, y como señalan desde el medio estadounidense, el confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19 nos ha recordado, por si lo habíamos olvidado un poquito, que necesitamos contacto físico. Si la robótica puede proporcionárnoslo, y a falta de personas con las que compartir dicha experiencia, debemos aprovecharlo. Los robots compañeros, al más puro estilo de Un amigo para Frank, pueden ser el futuro. Tal y como señala Hoffman, «parece haber un potencial para la vinculación entre humanos y máquinas». No tiene pinta de que los androides traigan el apocalipsis, como muestran las ficciones. Quizá hasta nos salven.


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