Estas pruebas también ayudaron al equipo a comprender mejor cómo maximizar el rendimiento científico teniendo en cuenta las compensaciones entre la duración de la batería (hasta dos horas), el volumen de agua que los nadadores podían explorar (alrededor de 86.000 metros cúbicos) y la cantidad de robots en un solo enjambre (una docena, enviados en cuatro o cinco oleadas).

Además, un equipo de colaboradores de Georgia Tech en Atlanta fabricó y probó un sensor de composición del océano que permitiría a cada robot medir simultáneamente la temperatura, la presión, la acidez o alcalinidad, la conductividad y la composición química. Con apenas unos pocos milímetros cuadrados, el chip es el primero que combina todos esos sensores en un pequeño paquete.

Por supuesto, un concepto tan avanzado requeriría varios años más de trabajo, entre otras cosas, para estar listo para una posible misión futura de vuelo a una luna helada.