En un mundo cada vez más tecnológico la robótica industrial cumple un papel crucial en los procesos de reciclaje. Desde la selección al desmontaje, las máquinas han venido para ayudarnos a ser más eficientes en la gestión de residuos.

FUENTE:hablandoenvidrio.com

AUTORA:Beatriz de Vera

La robótica, la nueva R que se suma al reciclaje

Imagine robots brillantes y futuristas zumbando por una planta de reciclaje, clasificando materiales con la precisión de un cirujano. Eso es precisamente lo que hacen los robots en el mundo del reciclaje. Desde identificar y separar diferentes tipos de materiales hasta desmontar productos electrónicos, estos ingenios mecánicos están haciendo el trabajo duro para nosotros, ¡y lo están haciendo con estilo!

Le he pedido a ChatGPT una introducción sobre la robótica en el reciclaje con un tono riguroso pero fresco y esto es lo que me ha dado. Afortunadamente, la redacción natural aún no es el fuerte de la Inteligencia Artificial (IA). O quizá el excesivo entusiasmo que muestra se deba a que mi petición le toca muy de cerca. Pero aunque mantengamos superioridad en las tareas intelectuales, para trabajos mecánicos, los robots han demostrado una eficiencia irrefutable.

El proceso del reciclaje tiene una presencia muy alta de IA en cada una de sus fases. Y “¿qué puede hacer una máquina mejor que nosotros?”, puede que se pregunten ustedes, y yo les lanzo otra pregunta: ¿A qué contenedor va el corcho, la goma eva o el papel de aluminio? Porque estas son algunas de las consultas que le lanzamos continuamente a Google.

Las tasas de reciclaje van en claro aumento y, en 2023, cada español llevó alrededor de 40 kilos de residuos a los contenedores amarillo y azul, cifra récord desde 2005. Sin embargo, las dudas sobre la ubicación de los desperdicios no están del todo resueltas. Algunos siguen siendo problemáticos, como el tetrabrick, compuesto por cartón, plástico y aluminio (spoiler: va al amarillo). Para resolver muchas de estas dudas cotidianas, ya existen chatbots y apps que introducen al robótica en el reciclaje. A través de voz, texto e imagen, nos permiten saber a qué contenedor pertenece el residuo en cuestión

Los Robots con nombre propio que ya están trabajando en el reciclaje

RoCycle, IRBIN o Daisy son algunos de los asistentes que han llegado del presente tecnológico para echarnos una mano en lo relacionado con la economía circular. IRBin es un contenedor de reciclaje interactivo que habla con el usuario para indicarle dónde va cada residuo; RoCycle, desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), dispone de unos sensores avanzados para identificar el material del que están hechos los objetos que pasan por una cinta mecánica y así optimizar la fase de separado; y Daisy, desarrollado por Apple, está diseñado para abrir dispositivos electrónicos.

Cada una de estas herramientas que integran la robótica y el reciclaje está pensado para un momento distinto en el proceso. Los hay especializados en la clasificación, que utilizan sensores y cámaras para identificar y separar materiales reciclables, como RoCycle, en la recolección de residuos, como IRBin y en el desmontaje de productos electrónicos, como Daisy.

 

 

Casos de éxito de la robótica en el reciclaje que impulsan la economía circular

Separar no siempre es fácil, excepto para la robótica en el reciclaje

El primer paso del proceso es el que está en nuestra mano. Y, como decíamos, es el que más dudas nos genera. Y no es tarea baladí, si los productos no se separan terminan en vertederos, generando efectos negativos en el medioambiente y la salud.

Así que la tecnología puede ayudarnos a tomar esta decisión y a mejorar los procesos de selección. Muchos de estos robots se ayudan de cámaras con IA para reconocer objetos específicos (como los casos de AIRE y RoCycle) gracias al big data, además de unos brazos robóticos con sensores que identifican texturas, formas y tamaños, y “dedos” enormes con los que enganchar e identificar en la cinta transportadora latas, vidrio, cartones o envases de plástico y colocarlos en los contenedores correspondientes. Además, la interacción con el ser humano ayuda a la máquina a aprender y ser mejor seleccionadora cada vez.

Clasificación: el criterio de la máquina

Volvamos al caso del tetrabrick. Pongamos que lo hemos introducido diligentemente en el contenedor de los envases o que una máquina ha corregido un posible error. ¿Y ahora qué? Está compuesto de materiales diferentes que se reciclan de forma distinta. Aquí poco podemos hacer como consumidores y es el momento en el que los robots brillan.

Para que el proceso pueda continuar, hay que separar las fibras de papel del plástico (polietileno) y el aluminio para obtener dos productos distintos: una papilla de agua y papel y los restos de plástico y aluminio, que seguirán dos vías distintas de recuperación.

Los brazos robóticos con sensores que ayudan en la separación pueden hacer lo mismo en este paso, en el que se busca separar los materiales reciclables mezclados entre sí, una tarea que los robots con IA logran con un alto nivel de precisión.

El interior de un móvil, tan valioso como peligroso

Cuando se trata de productos más complejos, se necesitan diseños específicos. Es el caso de los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE). Se producen mundialmente más de 50 millones de toneladas de esta basura al año, de la que se recicla solo un 20%. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) este tipo de residuos superarán los 74 millones de toneladas en 2030.

En estos casos, la robótica industrial se torna imprescindible en el reciclaje, no solo por la precisión y la optimización, sino por el bien de los trabajadores: lo químicos añadidos que se manipulan en el desmontaje se liberan al medio ambiente y son muy nocivos para la salud humana.

Así que, para recuperar el 90% de los materiales contenidos en los móviles que, según Recyclia, son reutilizables, se necesita de tecnología como la de Daisy, el robot de Apple que nombrábamos al principio. Su diseño concreto permite extraer de los móviles de la compañía los materiales aluminio, cobalto o litio, con capacidad de desmontar 200 iPhone por hora: un teléfono cada 20 segundos.

Beneficios y desafíos de la robótica en el reciclaje: ¿Nos quitarán el trabajo?

Siempre que se habla de robots que realizan un trabajo nos surge esta duda totalmente razonable. Hemos hablado de tareas que, o no realizaba ningún ser humano asalariado (la selección la hacía directamente el consumidor) o que por volumen o peligrosidad son inabarcables para las personas.

Todavía los robots no son capaces de funcionar por sí solos y todas las tecnologías requieren supervisión humana. Además, existen tareas dentro de proceso de reciclaje que se hacen manualmente por personas especializadas como la selección de residuos encaminados a la incineración.

Un ejemplo de la necesidad de colaboración humano-máquina es el Proyecto europeo ‘HR-Recycler -Planta de reciclaje híbrida de robots y humanos para equipos eléctricos y electrónicos’, que busca demostrar como esta sinergia simplificará o hará más seguras tareas complicadas o  que entrañan cierto riesgo.

La incorporación de la robótica industrial en el reciclaje no es solo una promesa futurista, sino una realidad palpable que está transformando nuestra capacidad para gestionar desechos de manera sostenible y eficiente. Este avance tecnológico nos permite enfrentar con mayor precisión los retos ambientales de nuestro tiempo, mejorando significativamente las tasas de reciclaje y contribuyendo a la preservación de los recursos naturales.


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