La Fundación Creo Bolivia auspicia la construcción de prótesis gratuitas para personas de escasos recursos que tienen amputaciones en las extremidades.

FUENTE: www.paginasiete.bo

Roly Ronald Mamani se convirtió en un constructor de esperanzas para aquellas personas que perdieron alguna extremidad: brazo, pierna o dedos. Con el auspicio de la Fundación Creo Bolivia, el joven alteño brinda a bolivianos de escasos recursos la posibilidad de recuperar, en parte, su independencia motora con prótesis robóticas impresas en 3D.

Cinco personas con diferentes amputaciones en las extremidades ya se beneficiaron con el trabajo de Roly. Otras tres en un par de semanas también podrán estrenar sus prótesis. Entre ellas, un niño de cinco años cuya mano no se desarrolló completamente en el vientre materno. Ahora el pequeño tendrá por primera vez las dos manos y una será robótica.

Este trabajo nace a partir de una necesidad. Yo tengo un familiar que tiene capacidades especiales. No es tan severa su situación, pero tiene una complejidad”, comenta Roly y asegura que ayudarlo fue el primer motor de sus investigaciones.

Con un poco de conocimiento e investigación se puede lograr todo. De esas ideas locas nace todo esto”, comenta el emprendedor mirando al rededor de su laboratorio-taller: tiene tres impresoras 3D, robots, diferentes prototipos de proyectos y hasta una armadura de Iron Man de plástico de tamaño real.

Allí desde niño aprendió a construir robots de pelea. Era un hobby, pero dejó de serlo cuando Roly empezó la carrera de Ingeniería Electrónica, que aún cursa en la Universidad Pública de El Alto. En la UPEA construyó los exoesqueletos que le valieron premios.

Su empresa Robotics Creators funciona en su casa, a las orillas de la laguna de Achocalla. En el pequeño laboratorio donde hace realidad sus sueños ya no queda espacio para un mueble más.

Cuando Mamani comenzó a aplicar la robótica y la tecnología para problemáticas sociales, incursionó en la construcción prototipos de manos, brazos, piernas o dedos. Así nació la organización sin fines de lucro Creo Bolivia.

En el emprendimiento se unieron al joven de 29 años: su hermano Juan Carlos Mamani, estudiante de fisioterapia y kinesiología; y Antonio Riveros, director de la empresa especializada en drones DronTec. Actualmente Creo Bolivia auspicia la elaboración de prótesis de extremidades para personas de bajos recursos; su objetivo es ayudar al menos a cinco por mes.

Estamos consolidando el equipo poco a poco. Juan Carlos se está haciendo cargo del cuidado y evaluación del paciente. También se va actualizando”, asegura Roly. Mientras tanto, él continúa investigando en distintas áreas y trabajando en nuevos prototipos.

Hay muchas personas que han venido a pedir ayuda que realmente la necesitan”, apunta Roly. Su sueño es construir más prótesis; pero su trabajo requiere, como todo emprendimiento, de respaldo económico.

El equipo de Creo Bolivia interactúa con los pacientes de diferente manera, pues cada paciente tiene su propia particularidad. “Cada persona tiene un caso diferente, el problema es que las prótesis no son universales”, dice Roly y comenta que “ahí también entra la creatividad”. Las prótesis que realiza son de plástico y personalizadas.

Por su experiencia, Mamani considera que las personas se vuelven “más interesantes” cuando utilizan sus prótesis. “Les devuelve la confianza”, sostiene. Para los niños crea prótesis con colores más llamativos. Cada pieza demanda aproximadamente dos o tres días en imprimirse; son livianas, de precio accesible y resistentes.

Si por alguna razón se rompe alguna parte del plástico, se puede volver a imprimir y el costo es mínimo. “Esa es la ventaja del material”, apunta y espera poder, con la tecnología, seguir ayudando a más personas.

«Si la tecnología no ayuda, no sirve de nada»

Yo creo que si la tecnología no ayuda a las personas a mejorar no sirve de nada”, asegura Roly Ronald Mamani, emprendedor tecnológico alteño de 29 años. Tiene su propia empresa llamada Robotics Creators y forma parte del equipo de la Fundación Creo Bolivia. Es además “padre” de robots a los que cuida incluso cuando están “jubilados”.

Roly estudia Ingeniería Electrónica en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y desde el primer semestre comenzó a crear robots de pelea. “Empecé a participar en las competencias y también supe perder. Durante muchos años estuve en eso, compitiendo”, cuenta y dice que era un hobby para él.

Dejó de ser su pasatiempo cuando decidió darle un “objetivo” a sus conocimientos y emplearlos para ayudar a las personas que lo necesitaban. Empezó a crear exoesqueletos y posteriormente prótesis que ya cambiaron la vida de ocho personas con diferentes problemas de amputación. Hace seis años que Roly viene trabajando en este proyecto, pero este 2018 recién empezó a marchar a paso firme.

Hacer un robot es muy fácil, cualquiera lo puede hacer. Pero, después si no le das un objetivo o una orientación no tiene sentido”, recalca. Roly trabajó 10 años de manera autodidacta en un taller electromecánico y desde niño -recuerda- creaba objetos. Se define a sí mismo como maker (hacedor o creador). Tiene tres máquinas impresoras 3D con las que trabaja y pretende comprar otras para hacer su trabajo más rápido y llegar a una mayor cantidad de personas que requieran prótesis.

Cuando hace una pausa en su trabajo, que colabora a bolivianos que lo necesitan, o en sus estudios, Roly vuelve a su antigua pasión y construye robots de peleas para concursar.

Es una manera de motivarme”, dice. Tiene dos robots “jubilados” que fueron parte de una etapa de su vida y que ahora guarda como tesoros.

También hizo un robot animatronics de tamaño real inspirado en Iron Man, que se controla desde dentro del mecanismo. “Me gusta hacer este tipo de cosas”, apunta. Además, tiene dos humanoides, uno más pequeño que el otro, llamado Meccano que funciona con comando de voz.

Roly desea “democratizar” la tecnología. Es por eso que también da charlas y talleres en colegios y universidades del interior. “Me gusta llevar mis cosas y demostrarles (a los alumnos) que sí si puede”, explica y sostiene que “es tiempo de darles una buena orientación”.

Este joven tiene aún más proyectos. Desea construir un centro de rehabilitación biónica. Además, pretende exhibir todos sus trabajos en colegios o institutos para motivar a jóvenes.


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