Pionero, Pudú está revolucionando la atención a los enfermos de COVID-19. Creado por un grupo interdisciplinario de profesionales chilenos, permite la teleasistencia a los pacientes aislados en el hospital. Así reduce los riesgos de contagio del personal de salud, remedia la escasez de insumos de protección, palia la soledad y es ecológico.

FUENTE: www.mundo.sputniknews.com

AUTORA: CAROLINA TREJO

Pudú es un robot social desarrollado por profesionales de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM), del Hospital Clínico Universidad de Chile (HCUCH) y del Hospital San Juan de Dios de la Universidad de Chile. Asegurando la teleatención médica a pacientes aislados con el coronavirus y la comunicación con sus familiares, la ingeniosa tecnología resuelve una serie de desafíos que fueron surgiendo en la pandemia.

«Esta idea surge a propósito de la crisis sanitaria que estamos viviendo, pero más bien fue en respuesta a la premura de continuar las atenciones de salud mental de mis pacientes«, relata a Sputnik la impulsora del proyecto, Verónica Vargas, psicóloga encargada del área de Salud Emocional de la Unidad de Pacientes Críticos del HCUCH.

La psicointensivista explica que cuando los enfermos ingresan a unidades críticas se exponen a una mayor probabilidad de desarrollar trastornos anímicos, trastornos afectivos, como también compromisos de conciencia o compromisos cognitivos, por lo que «la presencia de un psicólogo es sumamente importante«.

Bajo esta premisa, además del aumento de casos de COVID-19 y la paulatina escasez de elementos de protección personal, Vargas buscó la forma de dar continuidad a la atención psicológica de sus pacientes, junto con disminuir las posibilidades de contagio del personal de salud.

«Así es como comencé a buscar acá en Chile a alguien que haya trabajado lo que es la telemedicina o la teleasistencia, y evidentemente llegué con el doctor Mauricio Salazar, que es neurólogo de adultos. El creó un proyecto de teleasistencia para pacientes neurológicos«, detalla.

Ambos profesionales de la salud aunaron criterios para superar las dificultades que se presentan en la aplicación de la telemedicina, como el tener que trabajar con los dispositivos de los propios médicos, con sus celulares o tablets, «porque no todos están dispuestos a utilizar sus insumos, que puede ser considerados vectores de contagio«.

A partir de este diagnóstico que la psicointensivista del HCUCH, y el neurólogo Mauricio Salazar, del Hospital San Juan de Dios, comenzaron a buscar alternativas en la robótica.

Robótica en Chile

Pudú, el robot chileno

© FOTO : GENTILEZA AMTCPudú, el robot chileno

Tras observar experiencias en el extranjero y descartar trabajar con el mundo privado, debido a los costos, se comunicaron con distintas universidades nacionales, y fue la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile, quien les respondió.

«Me contactó Verónica por e-mail y me dijo, ‘Javier por esto de la pandemia a nosotros nos gustaría ver si pueden desarrollar un robot que pueda solucionar el problema de proveer comunicación a las personas que están aisladas por el COVID‘», recuerda Javier Ruiz Del Solar, académico del Departamento de ingeniería eléctrica de la Universidad de Chile y director ejecutivo del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC).

Fue con los investigadores y estudiantes de la FCFM, liderados por Ruiz del Solar, y con el apoyo del Laboratorio de Fabricación Digital de formación, desarrollo y aplicación tecnológica de la misma universidad, que se adecuó un robot de diseño propio que cumpliera con los nuevos requerimientos médicos y sanitarios.

«Ese robot ya existía y nosotros tuvimos que adaptarlo a esta nueva aplicación y las adaptaciones fueron de tres tipos: lo primero es que el robot que nosotros teníamos era para que pudiera funcionar autónomamente en una casa, o sea sin teleoperación, y eso requiere que uno tenga un mapa muy exacto de dónde el robot se va a mover» explica el académico.

Pudú recorriendo instalaciones hospitalarias

© FOTO : GENTILEZA AMTCPudú recorriendo instalaciones hospitalarias

Tras transformarlo en un robot teleoperado por una persona, se optó por dejarle un sistema que impidiera que chocara con ningún objeto. Es decir, el robot recibe las órdenes del humano, pero es capaz de examinar el entorno, por medio de una cámara que se preocupa que la trayectoria esté libre de obstáculos.

«Lo segundo es que este robot tenía que ser fácilmente sanitizable. Significa que una vez que el robot se acerca a un paciente con COVID, sale de la habitación, uno tiene que poder desinfectarlo, sanitizarlo en forma muy rápida«, puntualiza Ruiz del Solar

Por esta razón, explica el director de investigación, diseñaron un cuerpo simple, «bien minimalista, con los materiales especialmente pensados«.

Finalmente, el tercer aspecto que fue importante para el equipo interdisciplinario era que pudiera ser usado por cualquier persona, sin requerir previo entrenamiento.

«Para esto nosotros le hicimos una interfaz que está basado en una consola de videojuego, los Xbox, se maneja con un Xbox. Además, tiene varias lucecitas que indican cuánta batería le queda, y además el robot porta una pantalla que es un Tablet, esa pantalla es la que le va a permitir al paciente comunicarse con su familia o con personal médico«, detalla el académico de la FCFM.

Una vez armado, el robot tuvo varias pruebas presenciales, y fue evaluado por el departamento encargado del manejo de infección intrahospitalaria, el que dio las últimas recomendaciones: así nació Pudú.

Nombre que hace alusión a un animal autóctono chileno, un pequeño ciervo, que es, según como señala la psicointensivista su especie, «un servidor de la salud mental«.

Un asistente que fue creado con parámetros clínicos, «no es cualquier robot. ¿Eso qué quiere decir? Que responde para trabajar perfectamente en una pandemia«, recalca Verónica Vargas.

Privacidad, ecología y humanidad

Pudú recorriendo instalaciones hospitalarias

© FOTO : GENTILEZA AMTC Pudú recorriendo instalaciones hospitalarias

Para los profesionales médicos otro de los aportes de Pudú es que, junto con resguardar la salud emocional de los pacientes con COVID-19 al contactarlos con sus familiares y el equipo tratante, logra la privacidad en el encuentro, cosa que hasta el momento no se había considerado con otros dispositivos tecnológicos.

Además, Pudú es ecológico, porque el personal médico no debe usar tantos elementos de protección, que luego se desechan, por estar comandando a distancia.

«Si estoy viendo siete pacientes al día, son siete pecheras de plástico que estoy botando, son catorce guantes que estoy botando, son dos mascarillas que estoy botando y eso multiplícalo por una semana o por un mes, por seis meses y solo yo«, precisa la psicointensivista.

Pero quizás lo que más valora Verónica Vargas, es que con este robot se mejora y humaniza el encuentro con el paciente. Ello porque cuando un profesional de la salud, que entra a ver a un paciente en una Unidad Crítica, lo debe hacer cubierto entero.

«Con antiparras, con doble mascarilla que me cubre todo el rostro, con un escudo facial, con una capucha en la cabeza, con un manto que cubre todo mi cuerpo y con guantes. El paciente si ve algo, no es un ser humano, y él tiene que hipotetizar con quién está«, enumera Vargas.

La profesional recuerda que cuando se probó por primera vez a Pudú con un paciente real, ella comandaba el robot, y al momento de ingresar a la sala la paciente lo primero que le dijo fue: «Es un gusto conocerla«.

«Porque me vio el rostro, pudimos hablar, yo pude sonreírle, ella pudo interpretar mis expresiones faciales, y es parte de la comunicación. Entonces en el fondo Pudú, su mayor contribución es que devuelve la humanización del contacto«, aclara.

Por su parte Javier Ruiz del Solar, señala que el éxito logrado con Pudú se debe a que se contó con un equipo interdisciplinario, «si nosotros hubiéramos abordado este proyecto, los ingenieros, sin tener contacto con personal de salud, seguramente que el robot no hubiera servido para sus requerimientos«.

Pero quizás lo que más satisface al académico es que su equipo pudiera contribuir en los efectos que conlleva la pandemia, porque el profesional confiesa que han construido muchos robots, «pero muchas veces nuestros robots viven en los laboratorios, como que los construimos y los usamos solo nosotros, y no tienen un impacto en el corto plazo en el mundo real».

¿Por qué Pudú es especial?

Pudú recorriendo instalaciones hospitalarias

© FOTO : GENTILEZA AMTCPudú recorriendo instalaciones hospitalarias

Para los equipos médicos y los encargados de su implementación Pudú es un proyecto pionero, tanto por ser diseñado a modo de robot para ambientes clínicos en Chile, como para resguardar la salud emocional de los pacientes.

Además, ha logrado optimizar la atención tanto en calidad como en cantidad, «cuando Pudú ingresa todos los pacientes sonríen. Todos los pacientes preguntan si pueden estar con él«, cuenta la psicointensivista.

Quien agrega que, por ejemplo, cuando les va a tocar atención a un paciente que quiere ver a la familia ella se acerca con Pudú, «les respondo y después me voy, pero en el fondo es Pudú el que hace ese trabajo por mí. Y evidentemente si estaba viendo siete pacientes, hoy día puedo ver el doble o el triple«.

Para el equipo interdisciplinario las proyecciones de Pudú, son múltiples. A corto plazo, y durante la crisis sanitaria, aspiran a que el robot pueda realizar acompañamiento psicológico a la mayor cantidad de pacientes que se encuentran con limitación de contacto debido a una enfermedad.

En la pospandemia, esperan que pueda realizar tareas similares, ampliando su campo de acción a otro tipo de población como la infantil, o «los adultos mayores a través de, por ejemplo, fortalecimiento cognitivo, acompañamiento de pacientes mayores, intervenciones grupales por ejemplo con algún profesional que no encuentre en Chile», detalla Vargas.

Una telepresencia con médicos especialistas que no se encuentran en los lugares donde están los pacientes, que puedan interactuar con ellos y con el personal médico que sí está al momento de hacer la consulta médica.

«Esto podría tener aplicaciones en hospitales de provincia, en consultorios, donde no siempre los médicos que son superespecialistas pueden llegar de forma tan fácil, entonces podríamos llegar a esto de la telemedicina en otros ámbitos más allá de esta urgencia«, indica Ruiz del Solar.

Y la proyección a largo plazo para los gestores, es ampliarlo a otros hospitales del país sudamericano, para que puedan contar con el uso de esta tecnología, tanto para intervenciones, evaluaciones, acompañamiento, como poder explorar en esta área que está tan ampliamente difundida en otros países.

«Para nosotros un sueño es que en todos los hospitales pudiese haber un Pudú y que cada uno vaya explorando a qué necesidad podría responder Pudú«, concluye Verónica Vargas.


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