Investigadores canadienses logran desarrollar músculos artificiales más potentes y flexibles que los de la naturaleza.
FUENTE:https://as.com
AUTOR:Manresca
Los robots del futuro podrían parecer menos a las máquinas rígidas de metal y más a organismos vivos capaces de moverse con fluidez, precisión y fuerza. Un equipo de investigadores de la Universidad de Waterloo (Canadá) ha dado un paso crucial hacia ese objetivo con el desarrollo de un nuevo material elastomérico superresistente que promete transformar la robótica blanda.
El avance, publicado en la revista Advanced Materials, combina cristales líquidos —como los que se usan en las pantallas electrónicas— con elastómeros de cristal líquido (LCE), un tipo de polímero capaz de expandirse y contraerse con el calor. El resultado es un compuesto que mantiene su flexibilidad pero ofrece una resistencia a la tensión muy superior a la de los materiales tradicionales utilizados hasta ahora.
“Los llamados músculos artificiales son la clave para liberar el verdadero potencial de los robots blandos. Garantizan la precisión, la seguridad y la naturalidad de los movimientos”, explicó el Dr. Hamed Shahsawan, profesor de ingeniería química y director del laboratorio SMART de la Universidad de Waterloo.
Un paso más cerca
El nuevo material ha demostrado ser nueve veces más fuerte y flexible que sus predecesores. Según los investigadores, sus fibras pueden levantar cargas 2000 veces superiores a su propio peso y generar un trabajo de unos 24 kilos, tres veces más que el de los músculos de los mamíferos.
El secreto de esta potencia reside en la estructura interna del material. Gracias a análisis mediante rayos X, el equipo descubrió que las partículas de cristal líquido crean pequeñas “bolsas” dentro del elastómero que actúan como refuerzos sólidos, sin comprometer su elasticidad. Esta microestructura única permite que el material combine fuerza, flexibilidad y durabilidad, tres propiedades difíciles de obtener al mismo tiempo.
Los robots blandos, a diferencia de los robots convencionales con motores y engranajes rígidos, están diseñados para interactuar de forma segura con las personas y operar en entornos delicados, desde procedimientos quirúrgicos hasta la manipulación de componentes electrónicos frágiles. Sin embargo, uno de los principales retos de esta tecnología ha sido precisamente la limitada resistencia de los materiales que permiten su movimiento.
Con este nuevo avance, el panorama podría cambiar. La combinación de potencia mecánica y suavidad estructural abre la puerta a nuevas aplicaciones, desde instrumentos microquirúrgicos capaces de replicar los movimientos del pulso humano hasta asistentes robóticos industriales de alta precisión.
De cara al futuro, el equipo de Shahsawan planea utilizar el LCE mejorado como “tinta” para impresión 3D, lo que permitiría fabricar músculos artificiales personalizados con movimientos cada vez más parecidos a los de los organismos vivos.
Con descubrimientos como este, la robótica blanda se acerca un poco más a su sueño original: crear máquinas que se muevan con la fuerza, la sutileza y la inteligencia del cuerpo humano.








