Él sextech consiste en manipular la inteligencia generativa artificial (AGI) para diseñar robots que proporcionen compañía y placer. Estos humanoides están hechos de dermis sintética, equipados con motores y sensores que les permiten moverse e interactuar con cierta gracia.

FUENTE:news.eseuro.com

Para el científico Brian Roemmele, La IA es la electricidad del mañana y, desde una perspectiva sexual, hay personas identificadas como digisexual. Son aquellos cuya identidad primaria está ligada al uso de la tecnología y no necesitan de otros humanos para su bienestar.

En un informe de la consultora Pew, que entrevistó a casi 1.900 expertos en robótica, se reveló que, Las parejas sexuales mecánicas se convertirían en algo común. y que, en un futuro próximo, la matrimonio híbrido podría aceptarse sin escrúpulos.

Hoy en día, una relación con un androide suele considerarse un fetiche o un signo de desviación sexual. También es visto como un marcador de discapacidad en el ámbito sentimental. Pero este prejuicio podría hundirse.

La nueva era de los robots sexuales. iStock

El cambio que se avecina

El robots sexuales Hoy son como sofisticados muñecos para adultos. Se mueven lentamente y están programados con unas pocas líneas de código para repetir frases motivadoras. Son como la evolución material de la pornografía que circula por Internet.

La clave de la transformación está en la IAG, que está alterando las reglas del erotismo anatómico. Ya que, desde el punto de vista emocional, tendrá el poder de conectarse con los chats y redes sociales del usuario, para Desarrollar la intimidad digital basada en fantasías..

Para Mo Gawdat, ex ejecutivo de Google, el cambio no es sólo tecnológico sino también cultural. En su visión, la IA marcará el comienzo de un “rediseño del amor” y las relaciones hiperrealistas con robots harán que los encuentros con pares queden obsoletos.

A medida que los modelos generativos se establezcan más, la interacción con robots sexuales comenzará a resultar más natural. Integrar chatbot similar a ChatGPT en la etapa de seducción podría intensificar la experiencia.

La firma BYND Cannasoft anunció que fabricará sextech basada en IA que incluirá un algoritmos de aprendizaje automático controlar los parámetros del autómata en función de las preferencias fisiológicas del consumidor.

El sistema se alimentará, a través de controladores y sensores alojados en el suave cuerpo del muñeco, con diferentes patrones de estimulación para ajustar el grado de satisfacción.

La lucha contra las personas sin hogar

Los fabricantes ofrecen un alto nivel de personalización. Captura de Romero.

En un mundo que lucha contra el estigma de la soledad, estas máquinas antropomórficas podrían proporcionar compañía e intimidad a la población adulta y también a personas con discapacidad o que no son capaces de crear vínculos afectivos.

Como indica Ania Malinowska, investigadora de la Universidad de Silesia, basándose en estudios previos, la interacción con estos dispositivos similares a los humanos puede mejorar los resultados terapéuticos en algunos pacientes.

Sin embargo, un estudio del Hospital Universitario St George’s de Londres sostiene que los robots sexuales no serían adecuados para resolver estas frustraciones psíquicas.

“No está demostrado que la ‘necesidad’ de intimidad se aplaque e incluso podría conducir a un empeoramiento del malestar. Si bien un ser humano puede desear un sexbot, la conexión emocional sólo puede imitarse artificialmente”, dijo la Dra. Chantal Cox-George. .

La clave de la comunicación.

Harmony, uno de los primeros muñecos en incorporar un chatbot con IA. Realbotix

Uno de los robots sexuales más populares es Harmony. Se trata de un modelo basado en una plataforma de inteligencia artificial desarrollada por Realbotix, que es un tipo de chatbot que se sincroniza con el teléfono.

Además de personalizar los diálogos, la aplicación incluye X Mode, que es una forma de programar la actividad sexual del usuario. La empresa afirma que el sistema RealDoll X está diseñado para “aprender con el tiempo”, como si de un asistente virtual se tratara.

La gran contradicción es que, si bien su minucioso diseño los hace casi humanos, su “cerebro” es comparable al de un primate. Por este motivo, no cumple con los criterios del test de Turing, un estándar para evaluar la contradicción entre máquinas y humanos.

El precio inicial de Harmony es de unos 4.500 dólares, pero dependiendo de la personalización, el coste puede aumentar hasta los 10.000 dólares.

Uno de los obstáculos que siguen encontrando los fabricantes (Irontech Doll, RealDoll, Doll Forever, WM Doll) de estas sextechs es la llamada teoría del “valle inquietante”.

La idea subyacente es que los androides se vuelven más empáticos a medida que adquieren cualidades mortales. Pero cuando sus rasgos se vuelven demasiado humanos, comienza a volverse inquietante.

Esta sospecha se expresa en el brillo mineral de los ojos, en la torpeza modulada de los gestos o en la forma artificial en que se transmiten.

Para el biólogo evolutivo Rob Brooks, autor de Intimidad artificial: amigos virtuales señala que “el pánico moral por la tecnología sexual es infundado. Es el mismo miedo que tuvo la gente con la llegada del porno en los años 80”.

Una industria con gran potencial

La industria de la tecnología sexual sigue creciendo. realbotix

La tecnología sexual, un sector que alguna vez fue rechazado por innovadores e inversores, se ha convertido en el centro de atención a medida que avanza la interconexión del placer sexual, físico y mental.

Hoy en día, la sextech representa una industria de 30 mil millones de dólares. Sin embargo, según un análisis publicado por Forbes, el sector debería crecer hasta 52.700 millones de dólares en 2026.

La regla establece que a medida que la tecnología evolucione, los robots sexuales serán cada vez más realistas, personalizables y asequibles. Y aunque están destinados a un nicho limitado, este desarrollo podría plantear algunas cuestiones legales.

Está claro que estos avances tecnológicos en la industria de la tecnología sexual generan preocupación, especialmente en el contexto de las implicaciones sociales.

El uso generalizado de estos dispositivos podría fomentar conductas desadaptativas, afectar la integridad de los usuarios y generalizar el uso de la violencia en las relaciones.

Personalidades como los reconocidos especialistas en comportamiento robótico Kathleen Richardson y Erik Brilling han liderado campañas argumentando que este tipo de vínculos podrían eliminar el manto de integridad de los individuos y provocar un aumento de conductas patológicas.

Como señala Neil McArthur, coautor de Robot Sex: Social and Ethical Implications, las nuevas tecnologías generan aprensión e indignación moral, pero a medida que se integran en la vida cotidiana, estos temores disminuyen.

 


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