Pilz organizó una interesante mesa redonda centrada en la seguridad laboral a la hora de robotizar espacios industriales. Desgranamos lo que dio de sí la jornada en este reportaje.
FUENTE:infoplc.net
La robotización industrial sigue creciendo de manera imparable, en un escenario en el que España ocupa la décima posición mundial y la cuarta en Europa, con 5.053 instalaciones de robots en industrias a lo largo de 2025. En este contexto, ¿estamos preparados para garantizar la seguridad laboral en entornos altamente automatizados?
Como recordatorio a la reciente celebración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, Pilz, compañía referente en automatización segura, lideró la semana pasada la mesa redonda ‘El desafío de robotizar la industria creando espacios seguros’. En un encuentro presencial que tuvo lugar en el Aula Magna de la Escola Universitària Salesiana de Sarrià (EUSS), el periodista Aureli Vázquez fue el encargado de reunir a profesionales de la industria para intercambiar sus puntos de vista sobre seguridad en entornos robotizados.
Así, los asistentes a la mesa de Pilz tuvieron la ocasión de conocer el estado actual de la robótica en España en clave de seguridad de la mano de Daniel Martín, Competence Centre Robotics Manager de Pilz España; Laurent Bodin, CEO de Yaskawa Ibérica; Àngels Secanella, CEO y cofundadora de Nagual; Núria Grau, técnica experta en seguridad de máquinas de Teknics; Josep Lluís Pascual, técnico en Prevención de Riesgos Laborales del Institut Català de la Seguretat i la Salut Laboral (ICSSL); y Llorenç Servera, profesor del departamento de electricidad de la EUSS.
Radiografía de la siniestralidad laboral en 2024 y la irrupción de la robótica en España
Aureli Vázquez abría el turno de aportaciones presentando datos, y señalando que el objetivo de esta jornada es disponer de un contenido de auténtico valor con las voces que representan a los diferentes actores implicados en la cadena de valor de la seguridad y la automatización. “Hay cuatro aspectos a poner en contexto como es el caso de la siniestralidad en España: vemos que sigue siendo un tema que preocupa. En los diferentes sectores industriales se registraron 796 muertes. Esto es un 10% por encima del año anterior, lo cual pone de manifiesto que sigue habiendo un problema a resolver”.
Vázquez sigue ofreciendo datos señalando que tuvieron lugar 628.000 accidentes con baja en toda España; un 0,5% más que en 2023. Por otor lado, se apuntan a distintas causas como puestos sin la adecuada preparación sobre riesgos; una falta de cultura preventiva; insuficiente formación en algunos casos… A todo esto, hemos de sumar un factor de complejidad como es la progresiva irrupción, y también consolidación, de la robótica en España.
Hace pocos días, la AER (Asociación Española de Robótica) ya difundía los datos oficiales de 2024, señalando que se han superado las 5.000 unidades de robótica industrial instaladas en España, lo cual significa que estamos ante datos históricos, al ser el segundo mejor registro de toda la serie. Se hace alusión a robots industriales, pero también del concepto cobot, un robot al que rodea un plus de seguridad, pero que también añade al sistema un factor de complejidad. Asimismo, se ha de tomar en consideración el tejido industrial de este país, en el que el 94,5% de las empresas españolas son microempresas, es decir, que tienen menos de 10 trabajadores. El 3% son pequeñas empresas (de 10 a 49 trabajadores), y el resto son grandes organizaciones. En este contexto, las pymes generan dos tercios del empleo industrial de este país.
La norma ISO 10218, referente en seguridad para robots industriales, ha sido recientemente actualizada
¿Qué implicaciones tiene esta revisión para fabricantes e integradores de maquinaria? ¿Cómo podemos asegurar espacios de trabajo seguros en un entorno cada vez más robotizados? ¿Están las máquinas preparadas para afrontar los nuevos desafíos como los ciberataques o el uso de inteligencia artificial?
Daniel Martín
Para responder a estas preguntas haciendo alusión a las novedades que incorpora la ISO 10218, Daniel Martín de Pilz afirma que se trata de una norma estructurada en dos partes, que actualmente está en proceso de armonización con la directiva europea. “Tenemos un texto en el que se aprecia una evolución lógica con respecto a la anterior normativa que data de 2011. En estos 14 últimos años, la robótica ha evolucionado enormemente, y esta actualización de la norma aborda de manera mucho más efectiva usos derivados de las nuevas tecnologías en robótica, con especial atención a la interacción humano-robot, también relacionado con la creciente complejidad de los propios robots y también a la seguridad del uso de éstos, que cada vez son más complejas.” Martín puntualiza que cada vez tenemos células más abiertas que requieren funciones de seguridad adicionales y un mayor número de dispositivos de seguridad alrededor de ellas para poder dotar al operario de mecanismos de salvaguarda suficientes para que realice un trabajo seguro.
La nueva normativa incluye peligros derivados del proceso de implantación del robot y de la ejecución de su trabajo
Daniel Martín afirma que la novedad principal se encuentra en los anexos que detallan cuáles son los peligros derivados del uso de los robots, a los que se han añadido los peligros que pudiesen tener lugar en el propio proceso, no solo del robot como máquina, sino de otras sucesiones que implican a la funcionalidad del propio robot cuando está trabajando, como cuando realiza una soldadura o una manipulación de carga.
“En esta nueva versión se proporciona un listado mucho más detallado de todas las funciones de seguridad que se suelen integran en una aplicación de robot, y se facilitan detalles de cuáles son las eventualidades que pueden disparar los sistemas de seguridad; en qué momento o puntos del proceso se deben aplicar esas funciones y, si con todo esto no es suficiente, la norma deja la flexibilidad para que sean los propios fabricantes quienes evalúen los requisitos de esas funciones de seguridad”.
Implicaciones prácticas de la norma para fabricantes de máquinas y sistemas
El representante de Pilz afirma que todo ese detalle que se proporciona en la norma viene a facilitar el diseño de las aplicaciones, y que todo ese diseño ha de acabar convergiendo en la norma y en las medidas de seguridad que se requieran. “Esto viene a facilitar el diseño y el trabajo de empresas con menor experiencia en robótica como muchas pymes que, hasta ahora, no accedían a la tecnología de la robótica”. En cuanto a seguridad orientada a los técnicos Martín puntualiza que la nueva ISO va a facilitar mucho más todo lo relativo a la evaluación de riesgos, y también en lo relativo a los diseños de mando relacionados con la seguridad, con la finalidad a tirar menos de las suposiciones para evitar errores fatales. “Por otro lado, hay una novedad que creo que va a tener muchas implicaciones como es el concepto relativo a la ciberseguridad, lo que nos va a obligar a realizar la evaluación de aquellos riesgos que deriven de menazas de ciberataques”.
Dejar de hablar de robots colaborativos, para hacer alusión a robots de aplicación colaborativa
Para Daniel Martín, un aspecto fundamental que aborda la norma es dejar de hablar de robots colaborativos. Principalmente, el motivo que esgrima este experto es porque el término colaborativo puede sugerir que un robot que es intrínsecamente seguro de por sí, “y esto no es cierto, porque lo que ha de ser segura siempre es la aplicación”.
De manera que, al evitar el uso de ese concepto, dejamos de sugerir esa “seguridad” requiriendo de esa manera la aplicación de una serie de evaluación de riesgos, y la introducción de medidas de prevención. Según la nueva versión de la norma, estamos hablando de robots de aplicación colaborativa, y es el robot el que puede tener -o no- esas medidas de seguridad que permitan esa convivencia con el robot.
Desde el punto de vista de si la seguridad lastra o no a la productividad, Martín es rotundo al afirmar que no, ya que “cuando un trabajador se siente más seguro crea un vínculo que siempre mejora la productividad, con respecto a otro trabajador que no se sienta seguro en su puesto de trabajo. Por ello, para Pilz, es muy importante que el entorno en el que trabaja ese operario sea seguro, y es a lo que nos dedicamos desde la parte inicial de evaluación de riesgos, hasta poder diseñar todas las medidas con la complejidad que entrañe para que ese operario trabaje con confianza. La seguridad para Pilz no es negociable, y no podemos rebajar los estándares de seguridad por motivos de productividad”.
Desmontando al cobot y a la cobótica
Desde la perspectiva de un fabricante de robots como Yaskawa, Laurent Bodin asegura que la parte más relevante de la nueva norma ISO 10218 es todo el cambio relativo a la cobótica.
“Desde la perspectiva de la anterior normativa, para nosotros no tenía sentido la palabra “cobot” porque el robot constituye solo una parte de una aplicación. Un robot, en esencia, no puede ser colaborativo ya que depende de su entorno, de lo que lleva en la garra… Un robot colaborativo que agarre un cuchillo puede equipararse a un chico bueno que, en un momento dado, puede hacer algo malo. De manera que, para Yaskawa, la nueva norma ha venido a resolver el tema y lo asienta mejor”.
Bodin afirma que lo que va a cambiar para los fabricantes con la nueva ISO es la posibilidad de detallar mucho mejor todo lo relativo a las especificaciones desarrolladas en la anterior ISO de 2011, y determinar que la cobótica no existe, sino que lo que existe es una cooperación de un robot con un operador, y hay que hacerlo según las normas. “Quien piense que la seguridad es cara o que merma la eficiencia de la producción, que lo intente sin seguridad, y podrá comprobar que resulta mucho más caro a nivel de personal y de recursos”.
Con respecto a si la normativa va por detrás de la realidad empresarial hasta el punto de que no sea operativa cuando entre en vigor, Boudin señala que la nueva ISO tiene dos vertientes. “Por un lado, en 2011 se creó un lobby de la industria que apostó por permitir algo que era alegal, y se produjo la atracción de muchas empresas del sector hacia un aspecto que generaba un vacío legal; en este caso sí fue una normativa retrasada con respecto a un fenómeno que tuvo lugar de forma paralela”. No obstante, Boudin afirma que también se dan casos contrarios, “porque aprendemos de los errores anteriores, y nos hemos de atener a unas directrices que se van adecuando para que sea una herramienta legal más útil e idónea a la situación actual.
En cuanto a las implicaciones prácticas de la normativa 10218 para los fabricantes de robots, Laurece Boudin manifiesta que: “En Yaskawa ya no vendemos más cobots, sino que vendemos robots más preparados para colaborar con un operador. Realmente, la diferencia en la norma actual se corresponde con la parte segunda, que tiene que ver con la integración con lo que lleva el robot. Ahora hay muchas más reglas relativas a, por ejemplo, el nivel de la presión que un robot puede aplicar en un cuerpo humano, para saber si puede ser de aplicación colaborativa”.
Robots más resilientes a los ciberataques
El máximo responsable de Yaskawa en España hace alusión al apartado relativo a la ciberseguridad, señalando que, a partir de 2027, Europa tiene que cumplir con el Cyberresilience Act. “De manera que estamos trabajando en ello para que nuestros productos estén preparados para prevenir de un modo mucho más exhaustivo los ciberataques. Las nuevas generaciones de ordenadores estarán basadas en Linux para disponer de los últimos recursos para afrontar los sofisticados ciberataques externos”.
El papel de la ciberseguridad y la inteligencia artificial en la seguridad en el trabajo
Núria Grau de Teknics, hace alusión a cómo afrontan la seguridad en el diseño de aplicaciones con robots, afirmando que en su organización también rechazan el término “cobot”. Una aplicación robótica puede llegar a ser un elemento peligroso para nosotros, como puede serlo cualquier actuador neumático o eléctrico. En este contexto, una aplicación tiene una peligrosidad mayor”.
Para esta experta, el análisis se abarca tomando como punto de partida el uso que se le va a dar al robot con respecto a las necesidades del cliente, “si bien es cierto que, en ocasiones, el cliente hace peticiones que comprometen a la seguridad y, por tanto, inabarcables, se han de tener una serie de consideraciones que en principio se han de analizar para ver si son viables. Nuestros principales retos son adaptarnos a lo que nos pide el cliente, que estemos cumpliendo con la normativa, y que sea un robot productivo. De manera que el tema es muy amplio y de gran complejidad”.
Con respecto a la idoneidad de esta nueva normativa con respecto a la anterior, Grau señala que esta actualización les está dando nuevas herramientas para evitar interpretaciones. “Sobre todo, en la parte de anexos y en la parte 2, que es la que nos afecta como fabricantes e integradores de robots: nos está dando layouts, ejemplos, dibujos, tablas, datos, y nos está facilitando mucho el trabajo tanto a nosotros como a los integradores, y también herramientas a la hora de justificar nuestras aplicaciones. De manera que nos vamos a ceñir a la normativa, y no vamos a interpretar lo que nos está diciendo”.
Núria Grau hace mención al nuevo reglamento de máquinas, que entra en vigor en 2027 sustituyendo a la directiva de máquinas actual. “Ello implica que estamos en un periodo de convergencia. Los principales cambios vienen de la mano de la incorporación de la ciberseguridad y la inteligencia artificial. Por fortuna, a día de hoy a la IA no se utiliza para fines de seguridad, pero sí en ciberseguridad. Desde Teknics llevamos aproximadamente un año trabajando en un proyecto interno de cómo vamos a implementar en nuestras máquinas estos nuevos requisitos a nivel de ciberseguridad. Es un gran mundo en el que IT lo tenía muy por la mano, pero desde OT no teníamos ni idea, y ahora estamos mezclando dos conceptos interesantes. Mi trabajo se va a complicar a lo largo de los próximos años y se va a volver más multidisciplinar. Ya no solo dependerá de un técnico de seguridad industrial, sino que vamos a necesitar ayuda de especialistas en automatización y en programación”.
Desde la perspectiva de una pyme como Nagual, Ángels Secanella da la voz al usuario final. Desde hace poco tiempo, esta organización es usuaria de robots en su planta de producción. Durante muchos años, esta pyme de la industria alimentaria fue una microempresa, si bien la empresa ha crecido y en estos momentos dispone de 60 trabajadores. “Veíamos a los robots más adecuados para compañías más grandes, y no creíamos que un robot fuese adaptable a nuestras necesidades. No obstante, con el paso del tiempo, estuvimos valorando la posibilidad de incorporar un robot a nuestra cadena productiva. Hicimos la apuesta, y pusimos un robot que yo pensaba que era colaborativo, pero ya veo que no lo era por lo que aquí se está comentando”.
Jeffry, un trabajador más en la cadena de envasado
“La experiencia es muy positiva y estamos muy satisfechos. En estos momentos estamos estudiando la posibilidad de incorporar un segundo y un tercero. El robot está instalado en la parte de envasado en la termo-formadora, y lo que hace es que, en nuestros paquetes de tortitas de maíz situamos un cartoncito que lo introduce el robot, en lugar de hacerse manualmente.”
Secanella explica que la plantilla vivió como una gran novedad la incorporación del robot. “Tenemos unas 18 personas en producción en un proceso de envasado y manipulado de productos que es muy manual. Hemos puesto nombre al robot, se llama Jeffry y se ha recibido muy bien por parte del personal, que también ha recibido formación para manejarlo. Los operarios saben ponerlo en marcha y apagarlo pero, para cualquier cuestión de programación, son los encargados del robot quienes la realizan”.
Ángels Secanella señala que la empresa que realizó el asesoramiento, la venta y servicio post venta del robot les han ayudado a comprender que un robot no funciona de modo plug and play. “Hemos estado haciendo un desarrollo y un cambio de las garras del robot para que, a la hora de recoger el producto, se haga con uno solo, y no de varios como ocurría al principio. De manera que hay una parte muy creativa también en todo esto. Los especialistas han conseguido que la aplicación funcione muy bien y nos resuelva la función manual de introducir el cartón en la bolsa: una función que antes realizaba un operario”. Esta directiva señala que, en general, las personas han mejorado la calidad de su trabajo y pueden dedicarse a tareas de mayor valor y no tan repetitivas y mecánicas.
Los beneficios que aporta en la práctica disponer de un robot en la línea de producción son para Nagual, la posibilidad de que los operarios dispongan de una mayor calidad en su puesto de trabajo al no tener que realizar tareas repetitivas, y ser más productivos contando con la misma plantilla. “Tampoco hemos eliminado ningún puesto de trabajo con la llegada de Jeffry, sino que el robot nos permite ampliar la capacidad de producción, o que esas personas tengan otras tareas menos tediosas”. El robot tuvo un coste de unos 45.000 euros y el tiempo de amortización estimado es de dos años de trabajo manual de una persona. Hace 6 meses que está instalado y tardaron otros 6 para que estuviese plenamente operativo y funcionando correctamente.
Principales retos de la robótica industrial: implantación profesional y gestión del cambio
Desde la perspectiva de Josep Lluís Pascual, los retos que plantea la robótica industrial y colaborativa en el plano de los riesgos laborales son la implantación profesional y la gestión del cambio. “El primero de ellos tiene que ver con las empresas que construyen robots, en especial los mal llamados colaborativos, cuando nos venden un robot programable y controlable a través de un panel de control, con lo cual se parece más a un juguete; pero hemos de tener en cuenta que estamos fabricando una máquina. De manera que, cuando estamos integrando esta máquina a la empresa, estamos incorporando una aplicación robótica ya sea colaborativa o no, lo cual nos ha de lleva a considerar que es una máquina a la que se ha de aplicar la directiva relativa a las máquinas, que es de obligado cumplimiento”.
Pascual explica que esta directiva de máquinas requiere de un marcado C, una declaración de conformidad y un manual de instrucciones para todos los usos previstos e, incluso, algún uso algún uso previsible durante todo el ciclo de vida de la máquina teniendo en cuenta a su vez mantenimiento, instalación, y limpieza. “De manera que necesitamos profesionales que puedan adecuar aquella máquina o aquel nuevo proceso en el cual hay un brazo o una aplicación robótica que sea una máquina.
Por lo que respecta al apartado correspondiente a la gestión del cambio, Pascual señala que se están introduciendo tecnologías muy disruptivas que el trabajador las contempla como una amenaza. “Un trabajador es un aliado porque forma parte de la organización, por lo tanto, es necesario hacerle ver qué aporta ese robot. El robot nos va a aportar mejoras ergonómicas, mejoras en seguridad, y también incrementaremos la higiene para aquellos robots que hacen soldadura y desprenden humos tóxicos que pudiesen perjudicar al operario”.
Con respecto a la formación de nuevas generaciones Pascual señala: “Vemos en la formación profesional que, de forma transversal, la prevención de riesgos laborales está cada vez más presente en muchas de las asignaturas. No obstante, cuando pasamos a las carreras técnicas, nos encontramos que desaparece. Hace falta que la prevención de riesgos laborales llegue a los ámbitos técnicos. En este contexto, cuando hablamos de una aplicación robótica necesitamos que las personas que interaccionan y supervisan esa seguridad como el integrador y el técnico de prevención de riesgos laborales tengan el conocimiento suficiente para prevenir la accidentalidad”.
Para la Generalitat, la ISO 10218 es una normativa armonizada, lo que significa que la normativa, de por sí, no es de obligado cumplimiento. “Por un lado, tenemos la directiva de máquinas que es de obligado cumplimiento, pero las normas armonizadas no lo son. Ello supone que, al igual que ocurre con los reglamentos de prevención de riesgos laborales para incidir en la seguridad, necesitamos especificaciones técnicas que desarrollen los elementos que nos garanticen esa seguridad a través de requisitos esenciales que nos pide la directiva; pero es que la directiva no indica cuáles son esos requisitos esenciales, por ello se produce una evolución de las especificaciones técnicas, que son normas armonizadas, y ello ha llevado a la evolución y surgimiento de la ISO 10218.
En cuanto al papel de la administración catalana en la difusión de las novedades y actualizaciones de la norma ISO 10218, Pascual, que representa al Institut Català de Seguretat i Salut Laboral de la Generalitat de Cataluya -un órgano científico-técnico que realiza la promoción y sensibilización, así como asesoramiento técnico en prevención de riesgos laborales- tiene el cometido de sensibilizar a empresas y trabajadores de todo que rodea a la seguridad y la salud laboral. “En este caso, se trata de poner en marcha documentación para informar a las empresas de que es necesario cumplir con las normativas reglamentarias para que las máquinas que incorporamos sean seguras.
Ética y Seguridad en robótica industrial ‘by doing’
Por su parte, Llorenç Servera habla de los nuevos retos que plantea la seguridad en las aulas, y de cómo enfoca este tema la formación de los futuros profesionales. “Desde la universidad trabajamos con los estudiantes para que no solo entiendan cómo se ha de programar un robot, sino que también comprendan qué es un entorno donde la seguridad es fundamental. Para ello, lo que necesitamos que prácticamente el 50% de la asignatura sea eminentemente práctica; de manera que trabajamos sobre casos prácticos con robots reales, y los alumnos pueden ver los riesgos trabajando de esta manera. Lo importante es que vean el riesgo; no que tengan que estudiar una norma. En cualquier caso, hay que saber aplicar las normativas, y la aplicación viene de la práctica. Esto es lo que desarrollamos desde la universidad”.
Llorenç Servera afirma que, “desde la universidad trabajamos de forma intensa con asignaturas específicas, y no solamente las asignaturas de automatización, robótica, etc. Hay una asignatura de primer curso: Verdad, Bondad y Belleza, que muchas veces los alumnos al hacer las tutorías se preguntan el por qué de estos conceptos; pero, a medida que van avanzando, van entendiendo perfectamente el sentido. No estamos inventando nada desde aquí a nivel de ética. Los ingenieros romanos ya manejaban conceptos como virtus y gravitas, que aplicaban. Desde aquí, lo que hacemos es adaptar estos conceptos a los tiempos actuales”. Además de ello, Servera señala que la ética que se desarrolla desde los colegios profesionales es una constante que se mantiene a lo largo de todo el proceso. “Desde el diseño de una máquina hasta el de una carretera hay que tener en cuenta la ética de manera permanente”.
En cuanto a la relación institución-empresa, Llorenç Servera señala que resulta fundamental. “En el caso de la EUSS, la integración con las empresas constituye uno de los principios básicos. De hecho, en el caso de mis alumnos, que son de 3º y 4º, prácticamente todos están trabajando. Muchos de los trabajos finales de grado los realizan en colaboración con las empresas y también las prácticas curriculares que se hacen en las propias compañías con un resultado muy bueno, porque diría que la práctica totalidad de nuestro alumnado se integra en todo el tejido industrial de forma muy eficiente”.