Los organismos de hace millones de años pueden servir para alumbrar inventos que utilicen sus habilidades físicas y motoras.
Habla de robótica es imaginar, casi de manera automática algunos de los robots más alucinantes de la historia del cine. Sin embargo, también podemos encontrar ingenios que difieren mucho de esa visión romántica, como es el caso de los biobots o de los robots blandos de los que te hablaremos a continuación.
La robótica blanda se inspira en seres vivos de hace millones de años
Científicos de la Universidad Carnegie Mellon, junto con paleontólogos europeos, han trabajado codo con codo para desarrollar lo que se conoce como un robot blando y que ha tomado la forma de un antiguo ser vivo, con el fin de entender el movimiento y las mecánicas de este organismo, que habitó la Tierra hace 450 millones de años.
El ser vivo en cuestión es un pleurocistidio y se cree que tuvo un papel fundamental en el desarrollo y evolución de algunos organismos marinos que podemos encontrarnos en la actualidad.
Estos seres se enmarcan dentro de la familia de los equinodermos y se cree que fueron los primeros organismos en utilizar los músculos de sus tallos para moverse. Es aquí donde entran en juego los fósiles de estos animales y los paleontólogos, que han ayudado a entenderlos y, además, han sido cruciales para replicar su diseño en forma de robot blando.
La evolución de los organismos de este planeta tiene mucho que aportar al campo de la robótica, ya que hoy en día es muy factible que decenas de laboratorios, universidades y empresas privadas estén tomando como referencia la versatilidad de los seres de este planeta para crear sus versiones robóticas o, al menos, robots que imiten ciertos aspectos de su anatomía.
Esta unión de la paleontología con la robótica es lo que ahora se denomina como ‘paleorobótica’ y pretende, con ejemplos como el robot blando ideado por los ingenieros de la Universidad Carnegie Mellon, mirar en la historia pasada de los organismos vivos para crear inventos del futuro.
La robótica blanda tiene un brillante porvenir, ya que puede abarcar más terreno que la robótica convencional, y es el ejemplo perfecto de cómo conocer lo que sucedió en el pasado o descubrir fósiles enterrados durante miles de años es primordial para acceder al conocimiento del futuro.